Delirio e indignación por el triunfo de Uribe en la encuesta del Gran Colombiano. Lo más sorprendente, sin embargo, son los otros puestos.
Informe especial
SEMANA
Pocos colombianos sabían que estaba en proceso un concurso para elegir al Gran Colombiano. Esta fue una iniciativa del History Channel, que contó con el respaldo del diario El Espectador y cuyo objetivo era, ni más ni menos, encontrar al colombiano más importante de toda la historia.
La base inicial de candidatos fue producto de una encuesta realizada por Ipsos-Napoleón Franco en los primeros meses del año. El sondeo tuvo en cuenta cinco categorías: historia y política del siglo XIX, historia y política del siglo XX, artes populares y periodismo, artes, ciencias y humanidades, y deportes. Después de 500 entrevistas telefónicas en Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y Bucaramanga, fueron elegidos 125 candidatos.
Luego, por medio de votación popular a través de las páginas web de El Espectador y de History Channel, la lista de semifinalistas se redujo a 25. Los finalistas elegidos por las 743.901 personas que votaron en esta etapa preliminar fueron: Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander, Antonio Nariño, Rafael Núñez, Policarpa Salavarrieta, Jorge Eliécer Gaitán, Gustavo Rojas Pinilla, Luis Carlos Galán, César Gaviria, Álvaro Uribe Vélez, Jaime Garzón, Juanes, Shakira, Juan Gossaín, Yamid Amat, Manuel Elkin Patarroyo, Gabriel García Márquez, Rodolfo Llinás, Fernando Botero, Alejandro Obregón, Radamel Falcao, Mariana Pajón, Lucho Herrera, Carlos ‘el Pibe’ Valderrama y María Isabel Urrutia.
Cada uno de ellos fue objeto de una pequeña semblanza en El Espectador y de un programa en el History Channel durante el tiempo en que la votación estuvo abierta, desde el 7 de mayo hasta el 6 de junio. Para agitar el tema también se hicieron tres foros con la moderación del actor Nicolás Montero en la Universidad del Norte de Barranquilla, la Universidad de Antioquia en Medellín y la Sergio Arboleda en Bogotá. La decisión final, después de la votación de 1.132.183 personas, arrojó el resultado que se conoció el pasado 23 de junio: el expresidente Álvaro Uribe fue seleccionado como el Gran Colombiano con el 30, 3 por ciento de la votación. Lo siguieron en este orden: Jaime Garzón (17,5 por ciento), Manuel Elkin Patarroyo (4,85 por ciento), Gabriel García Márquez (4,78 por ciento), Antonio Nariño (4,7 por ciento), Policarpa Salavarrieta (4,1 por ciento), Simón Bolívar (3,95 por ciento), Rodolfo Llinás (3,86 por ciento), Jorge Eliécer Gaitán (3,79 por ciento) y Luis Carlos Galán (3,68 por ciento).
Como sucede con todos los escalafones, el resultado no pudo haber generado más controversia. Curiosamente lo que más polémica ha generado es lo que en el fondo era lo más predecible: que el ganador fuera el expresidente Uribe. Un concurso de ese género no pretende tener ningún rigor histórico y ante todo mide la popularidad. No se requiere ser encuestador ni académico para saber que él es, hoy por hoy, uno de los personajes más populares del país. Uribe no tiene seguidores, lo que tiene son fanáticos, y los fanáticos votan más que los seguidores. Y como toda persona que tiene adoradores, también tiene odiadores. Estos últimos aseguran que su votación fue manipulada, lo cual definitivamente no era necesario para que ganara.
Lo que sorprende por lo tanto no es que fuera el número uno sino la ventaja sobre los otros y el orden en que aparecen los siguientes nueve. En países donde hay muy poco conocimiento de la historia, como Colombia, lo contemporáneo prima sobre el pasado. De ahí se podría deducir que lo lógico fuera que los dos primeros lugares los ocuparan Uribe y García Márquez, quienes por diferentes razones podrían ser los nombres más vigentes en la mente de los colombianos hoy.
Más desconcertante que quién fue el número uno, es el hecho de que Gabo fuera el número cuatro superado tanto por Jaime Garzón como por Manuel Elkin Patarroyo. La medalla de plata de Garzón ha sido interpretada por algunos políticamente. Se ha dicho que representa el sentimiento antiuribista o incluso ese voto protesta, contestatario y antiestablecimiento que siempre sale a flote. Si su personaje Heriberto de la Calle estuviera al aire en la televisión y hubiera elecciones en el futuro cercano, de pronto el embolador desdentado pasaba a la segunda vuelta.
Menos comprensibles que el segundo puesto de Garzón son el tercer puesto de Manuel Elkin Patarroyo y el quinto lugar de Antonio Nariño. El pionero de la vacuna contra la malaria es más conocido entre la comunidad científica que dentro del grueso público. Que supere a Luis Carlos Galán o a Falcao desafía cualquier expectativa. Algo igual de inexplicable sucede con Antonio Nariño. Su vida y su lucha por la democracia y los derechos humanos lo hacen merecedor no solo el quinto puesto sino probablemente del primero. Pero su legado no lo conoce prácticamente nadie en Colombia, que es un país de ignorancia histórica y de memoria corta. Hace cerca de diez años esta revista escogió el colombiano de todos los tiempos a través de los 15 historiadores más reconocidos del país y el ganador fue precisamente Antonio Nariño. En la controvertida votación que hizo History Channel sorprende que le haya ganado a Bolívar, quien quedó en un poco heroico séptimo lugar. Aunque el Libertador no era colombiano de nacimiento, todo niño crece oyendo más de su gloria que de la de los otros próceres de la Independencia.
La encuesta del Gran Colombiano es la versión criolla de una que se ha realizado en varios países y los resultados en estos confirman que lo reciente se impone a lo histórico. En Estados Unidos ganó Ronald Reagan cuando se habría podido esperar que Abraham Lincoln ocupara el primer lugar. En Francia ganó Charles de Gaulle, lo cual no era automático cuando se compite con Napoleón o con Luis XIV. Y en Inglaterra ganó Winston Churchill, cuyo heroísmo en la Segunda Guerra opacó a media docena de grandes primeros ministros del siglo XIX. La excepción a la regla de lo reciente frente al pasado se registró en Argentina, donde el libertador José de San Martín le ganó a Maradona.
No solo los escalafones de popularidad son muy cuestionados cuando tratan de medir personajes históricos. En 2010, la Fundación Liderazgo y Democracia reunió a 20 historiadores reconocidos para que hicieran una evaluación de los presidentes de Colombia. En esta ganó Alberto Lleras, quien ni siquiera apareció en los 25 finalistas del Gran Colombiano. Y Álvaro Uribe, quien acababa de retirarse del poder y estaba en la cima de su popularidad, quedó en un decepcionante veinteavo lugar entre 42 presidentes. En ese momento la indignación no era tanto porque estuviera tan alto sino porque estuviera tan bajo. Esto refleja lo que va de la historia a la popularidad.
Lo que queda claro es que aunque los escalafones son relativamente subjetivos y arbitrarios, siempre son divertidos. Lo que está todavía por verse es si la impresionante popularidad del expresidente Álvaro Uribe puede ser endosada a sus candidatos al Senado, la Cámara o a la Presidencia.