Al cumplirse un nuevo aniversario de la publicación de “Vida de un escritor” (“A writer's life”, por su título en inglés), uno de los libros más recientes del periodista y escritor estadounidense Gay Talese, recordamos algunas de las frases que lo autodefinen, y que, a la vez, se constituyen en un infaltable decálogo para el periodismo y para los periodistas de hoy.
• “Yo mismo no soy la mejor de las historias. “Vida de un escritor” es un libro sobre cómo y qué es mi trabajo. Pero yo tampoco soy el foco de la imagen, aunque estoy en la fotografía, porque no creo que yo sea la mejor historia que estoy escribiendo. Soy un periodista haciendo periodismo sobre sí mismo y al mismo tiempo introduciendo en el marco las historias de la gente con la que me relaciono”.
• “Siempre seré un novato. Aunque tenga 80 años, siempre me he sentido como un recién llegado, un forastero. Y esa es una cualidad perfecta para un periodista. Estar ligeramente alejado de lo que ves e incluso de quién eres”.
• “Ficción y no ficción, más cerca de lo que parece. Lo que las distingue y separa es que una tiene que decir la verdad y la otra puede imaginarla. Pero a veces, cuando imaginas la verdad, parece más cierta que cuando informas sobre algo tratando de mantenerte lo más próximo posible a la verdad. Por eso he intentado probar si puedo escribir historias que son verificables en términos de veracidad, pero que parezcan que han sido inventadas, imaginadas, fabricadas”.
• “Yo, narrador de historias. No me publicaban mucho, pero cuando tenía 22 años escribía historias ciertas con nombres verdaderos. Por aquel entonces leía a Guy de Maupassant, Fitzgerald o Hemingway. Me preguntaba, ¿puedo escribir artículos que sean como relatos cortos? ¿Con nombres reales y diálogos que han sucedido? Así que en eso se convirtió mi labor: tratar, como narrador de historias, de construir un puente sobre el vacío entre no ficción y ficción utilizando las herramientas del escritor de ficción, ya sea Gabriel García Márquez o Joyce Carol Oates.
• “Traje al periodismo una mentalidad literaria. Un día, un editor del ‘New York Times’ me envió a cubrir un incendio. Cuando llegué no había humo y los bomberos estaban enrollando sus mangueras. Había sido una falsa alarma. Lo que vi fueron dos edificios altos de apartamentos con todas las ventanas abiertas y los vecinos, asomados mirando a la calle, estaban hablando unos con otros. Como periodista me había quedado sin una historia, pero había visto otra. En una ciudad como Nueva York, la gente no habla con sus vecinos. En un barrio en el que hasta el momento los vecinos no eran cordiales, una preocupación común despierta esa amabilidad. Yo escribí esa historia y eso es periodismo creativo. Esta es la mentalidad que traje al periodismo: la perspectiva de un escritor de relatos breves, interesado en la vida privada de personas comunes. Pero no inventando, sino informando”.
• “Presto atención a la gente común, porque yo soy común. Mi padre no era el alcalde de la ciudad, el director de un centro universitario o el dueño de un periódico. Era un simple trabajador. Yo soy un simple trabajador. Mi perspectiva es la de un intruso, de un luchador, de un advenedizo, de alguien que procede de una clase inferior. Y creo que la gente más común también es interesante y se merece que se informe sobre ellos. A un periodista más tradicional solo le importa contar lo que hace la gente importante”.
• “Periodismo de clase alta. Hoy los periodistas no son gente normal y corriente. Han sido educados en las mismas universidades de elite que las personas que controlan el poder en el Gobierno. Los periodistas se mueven con ellos. Van a los mismos clubes, sus hijos van a las mismas clases, nadan en la misma piscina. Y por eso no se cuestionan los unos a los otros, porque están todos unidos”.
• “Los sinvergüenzas de Wall Street. Mire a los sinvergüenzas que tenemos en Wall Street. Nadie ha sido enjuiciado por la crisis de 2008, por haber causado la bancarrota entre la clase baja de este país. Si hubieran sido de la Mafia, hubieran ido a prisión para siempre. Pero ya lo dijo Mario Puzzo: ‘Un abogado con un maletín puede robar más que 100 hombres armados’. Los periodistas deberían ofrecernos lo que el Gobierno no quiere que sepas, lo que los grupos de poder no quieren que sepas. Lo que algunos están tapando porque tienen el poder para taparlo. El periodismo no está penetrando este muro de silencio, de traición, engaño y corrupción. El periodismo solía ser una fuerza contra la corrupción, pero ya no lo es. Los periodistas han perdido su sentido, su propósito”.
• “Sin pisar la calle no te enteras de nada. Los periodistas hoy son como pájaros intercambiando la misma semilla. Como palomas en la calle, todos comen lo mismo, beben de la misma fuente. Son alimentados por el Gobierno, organizaciones con sus intereses. Yo me mantuve y mantengo alejado de todo eso. Yo quiero ir al lugar de los hechos y ver a las personas, verlas con mis propios ojos. Los periodistas dicen ‘no tenemos tiempo’ y confían solo en sus correos, sus computadores y sus aparatos. No salen de su oficina para ver lo que sucede en la calle. Creemos que por leer algo en el computador y apretar un par de botones nos estamos enterando de lo que sucede en el mundo. Pero no te estás enterando de nada. Estás leyendo artículos que proceden de los computadores de otra gente como tú que también está sentada en una habitación con un computador. Si quieres escribir sobre una historia tienes que estar ahí”.
• “Un periodista tiene que estar harto, ser escéptico. Si los periodistas tradicionales no hacen algo por mejorar, se van a extinguir. Estamos perdiendo la especialización, la singularidad, el arte del periodismo. En otras palabras, la carrera de periodista va a acabar reducida a un puesto de administrador, como un secretario. Habrán perdido el oído, la pluma, el cerebro. El periodista tiene que ser testigo de la Historia. Y si no de la Historia, por lo menos de la actualidad. Los reporteros tienen que llevar la contraria y no pueden hacer eso sentados en una habitación apretando botones. ¡Salir a la calle! Y siempre deberían mantener el escepticismo. Un periodista tiene que estar harto, enfadado con la situación y reaccionar. No pueden ser tan pasivos”.