Por convocatoria y sin muchas pretensiones llegó el 4 de octubre del año 2000 a LA NACIÓN, Germán Eduardo Giraldo Quintero, actual jefe de Producción de esta casa editorial. A pesar de que entró a conformar el equipo administrativo, la vida lo llevó por otro lado que agradece completamente.
Johan Eduardo Rojas López
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Germán Eduardo Giraldo Quintero, es un hombre de 50 años que ha acompañado a LA NACIÓN casi desde sus inicios, pues ingresó a la nómina el 4 de octubre del año 2000, luego de haber suspendido sus estudios universitarios por falta de solvencia económica.
Arrancó en el departamento de Cartera que para ese momento recién se había creado y así, poco a poco experimentó varias vacantes que le permitieron hacer carrera dentro de la empresa. Hasta que dio un salto inesperado, logrando llegar a liderar el área de Producción.
“Yo no lo buscaba, sino que se dio. Mi estudio estaba enfocado al área administrativa, pero en pro y beneficio de todos, y a solicitud de la Gerente que había ahí, acepté el cambio y fue lo mejor porque descubrí lo que era la impresión del periódico, el manejo de maquinaria y demás funciones que para mí eran totalmente desconocidas, pero me impactó tanto esa área que me desvió de la carrera inicial que yo estaba cursando”, indicó Giraldo Quintero.
Todo esto se da luego de que intentara en varias oportunidades estudiar en la Universidad Surcolombiana, en donde se ganó finalmente y con mucho esfuerzo un cupo. Pero tras cursar el tercer semestre y verse sin plata, decidió retirarse. Seguidamente encontró trabajo como auxiliar contable en una constructora, luego en el área administrativa de Comfamiliar; se fue para Bogotá cerca de 6 meses y al regresar fue que coincidió con LA NACIÓN y terminó estudiando Artes Gráficas en el Sena.
Su manera de aprender
El jefe de Producción reconoció que hay dos formas de aprender el arte que hoy desarrolla. La primera es estudiando, aunque a veces es complejo porque, por ejemplo, en Neiva no hay en dónde; y la segunda, es haciendo toda la escuela, tal y como lo hizo él.
“Cuando yo estaba en otros cargos, pedía permiso a la empresa para quedarme después de mi horario laboral y mirar cómo era el proceso de impresión del periódico, entonces estuve como un año de noche, prácticamente regalado aprendiendo. Ese era tiempo mío y de mi familia, pero lo dedicaba a eso y me tocaba esperar a que pasara la última buseta para poderme ir en ella y no quedarme por fuera”, manifestó.
Su experiencia como auxiliar contable, quemador de planchas, almacenista y demás roles que desempeñó, también le permitieron conocer a profundidad las dos líneas que maneja dentro de su actual cargo como jefe de Producción. Entre ellas, la parte del periódico como tal y la comercial que son trabajos que se sacan como valores agregados, o en su defecto, para terceros.
Bajo ese entendido, es el encargado de que el producto salga obligatoriamente, independiente de las fallas que puedan llegar a presentarse. “Si pasa algo se debe hacer la reparación o corrección que corresponda, pero lograr que el periódico salga; hacer todo el proceso que es corte de papel, impresión, corte final, armado y entrega. En la otra línea, mis funciones arrancan desde el momento que el cliente solicita una cotización, se evalúa, aprueba y ahí si se imprime”, contó el líder de esa área.
Un horario difícil
Actualmente su ingreso a trabajar es a las 7:00 de la noche y su salida, si no hay ninguna novedad o trabajo adicional, es a las 2:00 de la mañana. Este horario evidentemente ha cambiado de acuerdo al avance tecnológico, pues años atrás se demoraban mucho más tiempo.
“Hoy les digo que gracias infinitas y totales. LA NACIÓN me abrió los ojos y me mostró otro mundo. Esta casa editorial significa todo para mí, yo le debo todo: mi familia, lo que he vivido, lo que he gozado, la profesión que adquirí sin querer y todo. Obviamente tuve mis sacrificios con amigos, familia y vida social, por el horario nocturno, pero he tenido estabilidad y yo les agradezco mucho”, puntualizó el jefe de Producción, que entre otras cosas y como anécdota, el 28 de febrero de 2019, imprimiendo una revista, se amputó parte de un dedo y ni eso lo ha detenido.