La Nación
COLUMNISTAS

Gobierne, ¡es su deber!

Que esté gastando  sus energías en el largo camino hacia la paz, tan cuestionable como la ha planteado, no es la discusión. Lo inaceptable es su doble obsesión: Primera, la de su inocultable inclinación fariana, data desde su juventud, cuando se le conocía  con el alias de “Santiago”, junto a sus hermanos mayores, Enrique, el entonces llamado “guerrillerito del Chicó”, y Felipe, para entronizar en Colombia el “modelo” comunista disfrazado de socialismo, con los desastrosos resultados de los regímenes de esa política, aquí no más, en  países cercanos de Latinoamérica, y, segundo, con la sola firma de la paz, ¡como sea,  y a como dé lugar, porque el fin justifica los medios!, vista tan fácilmente entre quienes en el exterior no han afrontado la atrocidad de los violentos, ahora con el beneficio torticero de  la  impunidad, obtener, de esta manera, el soñado Premio Novel.
No señor Presidente. Ni convertir nuestra patria en una nación inspirada en la obsoleta filosofía “mamerta”, ni su nada disimulado empecinamiento para dicho galardón, está consignado en su programa de campaña por la Jefatura del Estado. Ni mucho menos lo prioritario. Los colombianos, sobre todo los que le depositamos inicialmente nuestra confianza por haberse beneficiado del legado del  histórico gobierno de la Seguridad Democrática, confiamos en que sus políticas continuarían en todos los aspectos. Como la de  inversión nacional y extranjera, por ejemplo, ante la tranquilidad que  reinaba, empresas  que se han ido, especialmente las de afuera,  por falta de  garantías.
El menguado  sector agropecuario por la politiquería del Ministro; la maltrecha salud, convertida  en incontrolable negocio como el de la educación; el infame “servicio” de los comedores escolares; la minería ilegal y de contera el deterioro del medio ambiente; la inseguridad ciudadana; el desempleo; la economía en barrena;  la ad portas cascada de impuestos; sería prolijo enumerar la cantidad de problemas que tiene el país por atender,  hoy no están  en la agenda del Mandatario. De ahí la inconformidad  reflejada en las encuestas por la corrupción y los continuos escándalos que se registran en las distintas instituciones oficiales, aparte de la más bellaca persecución contra representantes de gremios, medios de comunicación y periodistas, que no están  de acuerdo con el tal proceso de paz. Y ahora el abuso con la publicidad oficial para defenderlo, lo mismo que el plebiscito tramposo.
Entonces, no es difícil entender por qué se  enfatiza que éste  ha sido  el peor Ejecutivo que ha tenido Colombia. Presidente, no viole la Constitución. Gobierne. ¡Es su deber!