La Asamblea Departamental del Huila proyecta otorgarle a Guillermo Plazas Alcid la Orden Cacique Timanco en un acto el próximo 26 de abril. La Asamblea Departamental del Huila proyecta otorgarle a Guillermo Plazas Alcid la Orden Cacique Timanco en un acto el próximo 26 de abril. La condecoración es justa y oportuna por todo cuanto Plazas ha hecho por alcanzar una celebración decorosa y que le deje obras significativas a la ciudad al conmemorar los 400 años de su última y definitiva fundación. Con el raponazo hecho a las regalías petroleras por el gobierno central y el Congreso y las consecuentes dificultades fiscales de la ciudad y el departamento, la celebración fue tomando un tono lánguido, pero la denodada gestión del exalcalde al frente de un comité ciudadano que ha trabajado ad honorem por la celebración, han contribuido a darle realce y mejorar su significación. Guillermo Plazas es indudablemente el líder político más destacado que tuvo el Huila en la segunda mitad del siglo XX. Ocupó las más altas posiciones del estado. Fue concejal, diputado, Representante a la Cámara, Senador, Constituyente en 1991, Alcalde de Neiva, Ministro de Justicia y Embajador en la Unión Soviética en la era Gorbachov. En su haber se cuentan muchas realizaciones del progreso regional como la Universidad Surcolombiana, el estadio que lleva su nombre y la bienal de novela José Eustasio Rivera. También tiene pasivos notorios como su última alcaldía de Neiva, cuya gestión no fue la más afortunada y su condescendencia con algunos de sus coequiperos que afearon algunas de sus actuaciones políticas y le dieron imagen de clientelista. Hoy, retirado a sus cuarteles de invierno y marginado de la política, se ha dedicado al servicio social de su ciudad y su departamento con una dignidad y decoro que ya quisiéramos de los otros políticos regionales. Vive de una pensión decorosa que no figura entre los actuales escándalos por pensiones fraudulentas y exorbitantes. Su patrimonio modesto habla mucho de su honradez y de la forma como administró las altas responsabilidades que tuvo. Como coordinador de la Unión Patriótica en el departamento acompañé a Plazas en varias giras políticas cuando a finales de 1985 se pactó una alianza para congreso de la república entre el Partido Liberal y aquel partido de izquierda nacido de una propuesta de paz de las Farc. Una noche de enero de 1986 fuimos a la inspección de Riverita en el municipio de Rivera. Después de su discurso se le acercó Rubén Ríos, un gran activista liberal, quien se encontraba totalmente borracho y abrazaba y baboseaba a Guillermo declarándole su apoyo. El senador soportó con gran estoicismo a su interlocutor, hasta que pude con otros amigos desprenderlo y llevarlo a otro lugar. Allí le dije: “Usted es un gran político. No cualquiera soporta tantas magulladuras”. Y él me respondió: “Mijo, a los políticos nos pasa lo que a las putas, no sabemos qué borracho nos toca cada noche”.