A finales del año 2010 en algunos países árabes hubo manifestaciones, levantamientos y rebeliones armadas que conllevaron al derrocamiento de varios regímenes totalitarios. Dichas insurrecciones fueron denominadas “primavera árabe”.
Luego de ver el sainete de la posesión de Nicolás Maduro como presidente de Venezuela, quien de manera abierta y descarada se robó las elecciones del 28 de julio de 2024, cabe preguntarnos si de alguna manera podría darse una primavera venezolana en donde sea el pueblo del vecino país quien se alce para deponer al usurpador.
No parece haber otra solución, los esfuerzos de la comunidad internacional han sido inútiles, los organismos multilaterales se han manifestado sin lograr ningún efecto en el espurio gobierno del país petrolero, que respaldado por otros regímenes totalitarios sigue gobernando a pesar de los pobres resultados sociales y económicos. De otro lado, una invasión e intervención militar, tan usada en el pasado, es pretender solucionar una acción criminal con otra similar o peor.
En todo caso, un eventual levantamiento de los venezolanos no va a ser nada fácil y muy seguramente producirá derramamiento de sangre y dolor. El ilegítimo gobierno hará lo necesario para quedarse, para lo cual no solo tiene de cómplice a las fuerzas armadas que también controla, sino que, adicionalmente, han constituido una serie de grupos paramilitares que denominan colectivos chavistas, quienes defenderán a sangre y fuego a quienes gobiernan ese país hace 25 años.
En caso de considerarse una negociación, que aparentemente es una remota posibilidad, no debe aceptarse que se circunscriba a la permanencia en el poder de quienes lo ejercen actualmente, o sea los mismos que perdieron las elecciones, pues no existe ninguna razón para permitirles que continúen. Lo único admisible es que le entreguen la presidencia a quien la ganó y de esta manera se restablezca la democracia.
La complicada situación que vive nuestro hermano país ojalá sirva de espejo y reflexión para todos los colombianos, pues no debemos olvidar que hace 25 años llegó a la presidencia Hugo Chávez a través de unas elecciones ganadas limpiamente, es decir que este régimen totalitario que hoy padece Venezuela es indiscutiblemente una autocracia que, disfrazada de democracia, y dentro de la institucionalidad, obtuvo una mayoría electoral.
No nos comamos el cuento, un tirano seguirá siendo tirano independientemente de su orientación ideológica y tengamos en cuenta con absoluta claridad que cualquier parecido con nuestra realidad no es solo una coincidencia.