Estamos gobernados por incompetentes, una caquistocracia cargada además de ideología, lo grave es que a esa mezcla, por sí sola peligrosísima, se le ha sumado la corrupción.
El “gobierno del cambio” entendió que para gobernar era necesario el “todo vale”; lo criticó fuertemente en el pasado, pero echó mano de este apenas pudo, aliándose con personajes de la clase política tradicional e incurriendo en las mismas prácticas que con vehemencia denunciaba en el pasado.
Por cuenta de tan particular coalición y en pro de obtener los votos que requiere para lograr la aprobación de sus absurdas reformas en el congreso, ferió entidades como la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres nombrando a un director recomendado de algún senador conservador, quien apartándose de las directrices de su partido, se ha convertido en gran aliado del gobierno.
Los resultados saltan a la vista, un contrato para la compra de carrotanques para La Guajira sin estudios técnicos, adjudicado a dedo con todos los proponentes vinculados entre sí y a precios muy por encima de su valor comercial, hicieron que el mismo gobierno presentará la denuncia ante la fiscalía, obligando al favorecido funcionario a renunciar.
Pero no son únicamente esas cuestionables alianzas, resulta que los hijos de la Ministra del Trabajo hacen parte de la nómina oficial; nos dirán que son destacados profesionales que han conseguido los cargos por sus propios méritos, o sea la misma excusa que usaron en el pasado quienes nos gobernaban, que fue cuestionada severamente por los que ahora están en el poder.
Veníamos del escándalo del hijo del presidente y su presunto enriquecimiento ilícito con dineros provenientes de personas vinculadas a la contratación estatal y el narcotráfico, para lo cual la pueril excusa del mandatario fue que no lo crio. Lo que, sumado a la posible violación de los topes en la campaña presidencial, indica que este gobierno desde el principio estuvo dispuesto a delinquir para lograr sus objetivos.
La pestilencia de tales actuaciones es imposible de perfumar, han asegurado que es una persecución de los medios y la oligarquía atravesándose al supuesto cambio, o que la justicia no los deja gobernar, pero han fracasado, este gobierno hiede por todos lados; el nauseabundo olor lo perciben los ciudadanos que hoy entienden que nada cambió.
Los ineptos pueden ser peores que un bandido en la administración pública, eso no significa que se justifique la corrupción, pero esta sumada a la incompetencia es una mezcla verdaderamente desastrosa, eso es lo que fomentan quienes nos gobiernan, acabando de pasada con aquello que con mucho esfuerzo hemos construido.