Durante siglos, antes del cristianismo los romanos adoraban docenas de dioses protectores de sus vidas. Saturno era el de la agricultura y la cosecha, homenajeado con fiestas decembrinas llamadas Saturnales, cuando campesinos y esclavos podían aplazar el trabajo cotidiano y los romanos visitaban familiares y amigos, intercambiaban regalos y celebraban grandes banquetes públicos.
El 25 de diciembre precisamente era de adoración a Apolo, dios del Sol.
Aunque los evangelistas Mateo y Lucas consideran que Jesús nació en Belén, no especifican mes ni día del nacimiento. Igualmente, la iglesia nunca ha enseñado definitivamente que hubiera sido un 25 de diciembre pues no existe prueba documental concluyente, las Escrituras no mencionan ninguna fecha ni hay forma de demostrarlo.
350 años después, el Emperador Constantino y el Papa Julio I acordaron celebrar la natividad durante la época de mayor concentración de las fiestas paganas romanas y así, arbitrariamente, por razones político-religiosas fijaron el 25 de diciembre.
Tiempo después apareció Papá Noel, -Santa Claus- anciano pequeño y barbudo, imaginado en la figura de San Nicolás, obispo turco del siglo IV.
Una festividad pagana de la Antigua Roma originó la Navidad tal y como la conocemos
Posteriormente los presbiterianos escoceses prohibieron la Navidad y en 1647 el Parlamento Inglés de mayoría puritana declaró ilegales estas celebraciones porque eran fiestas paganas inexistentes en la biblia, “disfrazadas de cristianas plagadas de excesos y desenfreno”
Luego, viene diciembre 28 el trágico Día de los Inocentes establecido santoralmente hace dieciséis siglos, que contradictoriamente festeja con chistes y carcajadas la matanza de las víctimas inocentes a manos del gobernante Herodes que buscaba deshacerse del profetizado nuevo rey de los judíos. Seguridad democrática, dirían hoy.
Anoto que el único evangelista narrador del sangriento episodio es Mateo pero no hay documentación que respalde el hecho. Además, Herodes murió el año 4 a.C. y el censo que enmarcó los asesinatos fue 9 años después, luego Herodes no pudo tener velas en tales acontecimientos.
Sigamos. En el siglo III empezó a hablarse de tres reyes. Y trecientos años después los bautizaron representando las tres regiones entonces conocidas. Melchor, tacaño europeo que obsequió mirra al niño. Gaspar, asiático, regaló inservible incienso y Baltasar, generoso africano donante de oro.
Extraños regalos para un bebé tiritando de frío en una pesebrera, en lugar de llevarle algo útil. Si entonces hubieran conocido América, habrían metido en la comitiva un turista gringo cargado de dólares.
A propósito, averigüé sobre la mirra: “Gomorresina en forma de lágrimas, amarga, aromática, roja, semitransparente, frágil y brillante. Proveniente de un árbol de la familia de las burseráceas”. Claritiquitico.
Feliz fin de año, próspero 2025 mientras le piden al niño la paz pero en Colombia muchos hacen hasta lo imposible por impedirla.