El historiador Olmedo Polanco presenta apartes de un contexto histórico que ayuda a comprender la violencia política en el Huila. La información aquí contenida hace parte de las investigaciones académicas adelantadas para la Universidad Nacional de Colombia.
Olmedo Polanco
El Frente Nacional (1958-1974) es uno de los periodos más importantes de la historia contemporánea en Colombia. Se caracteriza por la alternancia en el poder de los partidos Liberal y Conservador, y por las prácticas políticas de exclusión a terceras fuerzas, especialmente de izquierda.
Durante el Frente Nacional, entre el Estado y los movimientos sociales primó el antagonismo. Ante la falta de mediación de los partidos tradicionales y de la izquierda, correspondió a los escasos movimientos sociales intervenir directamente en la política. El modelo democrático durante este convulsionado periodo de la vida nacional fue representativo y su herencia provenía de la Constitución de 1886. Esa especie de lucha sistemática entre culturas hegemónicas y subalternas provocó la subordinación de los actores sociales a la política oficial y generó rupturas en los tejidos comunicativos. La cultura política y la participación ciudadana estaban sustentadas en los mitos y en los ídolos, situación que atravesó todo el siglo XX.
La población huilense de la segunda parte del siglo XX era de mayoría rural. La región presentaba débiles estructuras industriales y acumulación de grandes extensiones de tierras en manos de pocas personas (terratenientes). El departamento no desarrolló un mercado de bienes manufacturados, tampoco generó planes viales de importancia que lo integraran a la geografía nacional (aunque hubo apertura de algunas vías en las zonas rurales de los municipios cafeteros). No se constituyó una clase empresarial fuerte y los procesos de urbanización no fueron tan importantes como los registrados en otros departamentos del país. Así las cosas, el Huila fue débil y periférico en asuntos económicos durante el periodo del Frente Nacional. En aspectos culturales, los habitantes del territorio huilenses se relacionaban bajo los principios clericales indicados desde la Regeneración y las políticas anticomunistas de los años 30. La iglesia católica había recibido del Estado la tarea de mantener el control de los ciclos vitales de la sociedad a través de sus pautas de educación y cultura.
Violencia política, aproximación
El asesinato del dirigente liberal Jorge Eliécer Gaitán (9 de abril de 1948), y los posteriores enfrentamientos violentos entre liberales y conservadores, generó desplazamientos de campesinos desde los departamentos de Tolima, Cundinamarca, Caldas y Valle del Cauca, hacia el Huila. Aunque el gobierno nacional había establecido normas para garantizar el orden público, los departamentos de Caquetá y Huila se convirtieron en el epicentro de la violencia política que enfrentaba a Ejército y Policía, campesinos, liberales y a militantes del Partido Comunista de Colombia.
Durante el periodo de violencia política en las décadas del 50 y 60, Colombia había generado una separación profunda entre el Estado y la sociedad civil. A pesar del contexto de violencia bipartidista en varias regiones del país (Caldas, Valle y Tolima), el Gobierno departamental del Huila negaba que la región estuviera sufriendo una confrontación civil interna entre azules y rojos. Aseguraba la oficialidad en el Informe de las labores desarrolladas en el departamento, del 7 de agosto de 1950 al 7 de agosto de 1951, que ningún hombre honrado estaba en capacidad de afirmar que en la región no se hubiera aplicado los derechos constitucionales para el libre ejercicio de la política partidista. El documento publicado por la Imprenta Nacional hace parte de la memoria oficial que conserva el Archivo Histórico de Ibagué. Según el informe de gestión, el gobernador del Huila Gustavo Salazar Tapiero, informaba que el día 10 de agosto de 1951, en los municipios de su jurisdicción reinaba la tranquilidad, gracias a que no se habían presentado hechos de violencia política. No obstante, en el mes de mayo se registraron actos violentos que conmocionaron la región (Archivo Histórico de Ibagué. Un año de gobierno 1950 – 1951, Pág. 372).
Vale la pena citar los hechos ocurridos en el corregimiento de San Luis y en el caserío de El Carmen (límites con el departamento de Tolima). En San Luis, 50 hombres nombrados como bandoleros por el gobernador Salazar Tapiero, habían incursionado con armas de fuego y dinamita, dieron muerte al agente de policía Arsenio Prieto y a cuatro civiles de filiación conservadora y luego saquearon las tiendas del corregimiento.
En el caserío de El Carmen, dos labriegos conservadores fueron asesinados a machetazos. El gobierno departamental, en tono irónico, manifestaba que durante los actos violentos provocados por hombres que se habían desplazado desde las montañas de Bilbao en territorio tolimense, ningún campesino liberal había sufrido daño alguno en sus vidas ni en sus bienes.
“Sectarismos resentidos”
Luego de los actos de violencia partidista ocurridos en San Luis y El Carmen, la Policía Nacional dispuso de 100 agentes para vigilar la región limítrofe entre los departamentos de Huila y Tolima. Apoyaba la estrategia gubernamental el grupo de artillería Tenerife número seis, acantonado en Neiva. Salazar Tapiero consideraba que la tranquilidad y la paz de su territorio se habían transformado por incitaciones violentas venidas desde Bogotá, pero que sus sectarismos resentidos y envenenados (según el lenguaje del gobernador) tendrían escasos seguidores en la tierra de Rojas Garrido y de José Eustasio Rivera. “Cuandoquiera que intenten subvertir el orden constitucional o cometer actos de inhumana crueldad, recibirán el rechazo más rotundo de sus moradores honestos y valientes”, señaló enfáticamente el gobernante.
En el informe remitido al Gobierno nacional, el mandatario seccional, manifestaba que el régimen liberal era el directo culpable de la descristianización y el abandono de los principios morales en los que habían caído los alumnos que habían perdido por completo el temor a Dios.
El 10 de agosto de 1951, Salazar Tapiero dejó memoria escrita: “…olvidaron los principios eternos que deben guiar al hombre para que cumpla una función útil en la sociedad, y le hicieron caer en el abismo sin fondo de una filosofía utilitarista y de crudo materialismo histórico, que aferra al hombre a la materia, sin dejarlo levantar la cabeza para que su espíritu se eleve y se engrandezca. La crisis moral de Colombia tuvo su origen en las escuelas que dirigieron hombres inspirados en las doctrinas de Carlos Marx y de Nicolás (sic) Lenín”.
Los gobernadores departamentales tenían que informar al gobierno central sobre sus labores desarrolladas en los departamentos y territorios nacionales entre el 7 de agosto de 1950 y el 7 de agosto de 1951.
Lo aquí expuesto está impreso en el Anuario General de Estadística y el Archivo Histórico de Ibagué ha sido una institución de vital importancia para la conservación y activación de la memoria regional.