Los daños generados por los incendios forestales en el Huila no han sido de poca cuantía. Después del Tolima y Cauca, el Huila es la región con mayor número de conflagraciones activas. Este panorama le ha quitado no solo decenas de hectáreas verdes al ecosistema, cosechas a los campesinos y vida a los animales, sino que además, se llevó por delante la calidad del aire y la tranquilidad de los ciudadanos.
Johan Eduardo Rojas López
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Hace diez días, en Palermo, Huila, arrancó la primera ocurrencia de fuego no controlada, que siguió esparciéndose rápidamente y sin piedad por más de 12 mil hectáreas de bosque tropical seco que ahora solo se reduce en cenizas. A pesar de los esfuerzos del ente local, la conflagración que según expertos, se salió de toda magnitud, sigue viva, mientras que, a decenas de habitantes, se les apagan sus sueños y esperanzas.
Durante los últimos días en La Cima, un mirador que ha sido adecuado para la instalación del Puesto de Mando Unificado y centro de operación, se batalla para extinguir las llamas que se avivan frecuentemente a la par del sol, que en conjunto se convierte en un ‘infierno’. La casa de descanso ubicada en la vereda Alto Sardinata de dicha municipalidad, se ha convertido en el ‘refugio’ de los organismo de socorro, fuerza pública y voluntarios que buscan, de forma articulada, la manera de ayudar.
Allí la paz se ha diluido con la abrumante temperatura y, desde luego, se ha perdido entre la ceniza que cada vez es más dañina, densa y turbia. Sin embargo, al igual que el aire del entorno, las esperanzas, aunque a veces están opacas, en algunos momentos reflejan un rayo de luz, al que se apegan con valentía y gallardía.
Los daños en el ecosistema están dados y, por ahora, el único objetivo es ‘ahogar’ con contundencia el fuego que sigue recorriendo la región sin Dios ni ley, socavando años de vivencias de quienes crecieron entre las montañas y construyeron su historia allí. Hoy, lamentablemente, ese paraíso, se ha convertido en un ‘cementerio’ de seres vivientes que cayeron en el olvido.
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Unión en la adversidad
A pesar del dolor físico y emocional, las enfermedades propiciadas por el humo y la ceniza, sumado al estrés diario que se vive en ese sector; la unión de la comunidad se ha convertido en un ejemplo de resiliencia y berraquera.
Alexander Charry Andrade, jefe de talento humano de la junta de Defensa Civil Metropolitana, habló sobre su agitado rol dentro de la operación, en la que estar sentado nunca es una opción. “Estamos preparados en rescate, búsqueda, primeros auxilios y todo lo relacionado en atención de emergencia”, reconoció el rescatista.
Contó que lo primero que se hace es identificar la zona que son los puntos de calor y concentración de los incendios y allí empiezan a hacer el control, para tomar las decisiones, apoyados en sus mejores aliados: la bomba de espalda, moto esparcidora y batefuego, con el ánimo de ‘liquidar’ el fuego de la cobertura vegetal. También son apoyados por el helicoportado. Esto los obliga siempre a manejar la inteligencia emocional.
“Lo están dando todo”
John Almeyda, sargento del Cuerpo oficial de Bomberos de Bogotá, quien llegó con diez unidades para apoyar, explicó que, lo principal es bajar los focos, es decir, apaciguar la temperatura y la llama, retirar el material combustible para evitar que se propaguen los incendios y, cerciorarse que, de las cenizas no resurja la odisea. “Los hombres están un poco agotados ya por las temperaturas que se manejan acá; están cansados, pero lo están dando todo, a pesar de que el viento está en contra”, explicó.
“Esta clase de incendios demandan dos elementos fundamentales, el trabajo en tierra y en aire. Los rescatistas de la entidad que sea se organizan en unos equipos de trabajo que se llaman fuerza de tarea y ellos salen específicamente a unos puntos para atacar focos, controlarlos y refrigerar, para que con la acción del helicóptero Huey II que cuenta con el sistema Bambi Bucket, logremos cortar toda la línea de avance del incendio”, mencionó el teniente coronel, César Augusto Mancera Beltrán, comandante del batallón de ingenieros de atención y prevención de desastres número 80 del Ejército Nacional.
Pérdidas cuantiosas
Según Kleiver Oviedo Farfán, alcalde de Palermo, la situación aún sigue siendo grave en dicho municipio, debido a la afectación de las fuentes hídricas que comprometen el acueducto de la cabecera municipal y otras regiones aledañas, específicamente de 9 nacederos. “Por eso sigue la alerta y la lucha para poder acabar estos incendios de forma definitiva. En este momento las pérdidas son cuantiosas porque se afectaron las fuentes hídricas que abastecen los acueductos”, afirmó.
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Tolima, Cauca y Huila, con más incendios
A nivel nacional, se informó sobre 19 incendios activos y 7 controlados. De los activos, 6 son en el Tolima, 5 en el Cauca, 5 en el Huila, 2 en Cundinamarca y 1 en Boyacá.
“Desde tempranas horas de la mañana, la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, UNGRD, ha llevado a cabo sobrevuelos de reconocimiento en los departamentos de Huila y Tolima para evaluar la magnitud de los incendios forestales y verificar sus condiciones topográficas. Las operaciones aéreas se han reforzado con tres helicópteros equipados con Bambi Bucket que tienen capacidad para realizar 25 descargas diarias, un avión AT802 de la Policía Nacional que efectúa 10 descargas adicionales. Además, un helicóptero de reconocimiento que coordina las acciones en el terreno”, informó la oficina de comunicaciones de la UNGRD.
Más de 13.887 hectáreas consumidas
En el Huila se han consumido un total de 13.887 hectáreas en 35 municipios de la región. De los 540 eventos presentando, según el último informe entregado en horas de la noche, 10 mantienen activos; 3 en Palermo, 2 en Neiva, 1 en Aipe, 1 en El Agrado, 1 en Teruel, 1 en Campoalegre y 1 en Villavieja.