Aunque los 42.000 kilómetros designados por el gobierno nacional para la zona de despeje estaban ubicados en el departamento del Caquetá, el Huila fue uno de los más perjudicados. Aunque los 42.000 kilómetros designados por el gobierno nacional para la zona de despeje estaban ubicados en el departamento del Caquetá, el Huila fue uno de los más perjudicados. Secuestros, extorsión y atentados terroristas fueron el pan de cada día durante tres años. Hoy, diez años después, la región se sobrepone a los efectos de la guerra. LA NACIÓN, NEIVA Diez años después de terminada la zona de distensión, el Huila, uno de los departamentos más golpeados con el ‘experimento’, progresa a pasos agigantados. Múltiples inversiones económicas, crecimiento en el sector de la construcción y mejoramiento de la seguridad, son algunos aspectos que así lo evidencian. Comprendida entre los municipios de San Vicente del Caguán, Uribe, Macarena, Vistahermosa y Mesetas, en los departamentos del Caquetá y Meta, la zona de distensión decretada por el ex presidente Andrés Pastrana, como espacio desmilitarizado para adelantar los diálogos de paz con las Farc, partió en dos la historia del país. Luego de tres años de conversaciones frustradas y el hostigamiento descontrolado del grupo armado ilegal contra la fuerza pública y la sociedad civil, el primer mandatario ordenó su terminación inmediata. Sin embargo, la tregua fue suficiente para que los subversivos se fortalecieran y acabaran con la tranquilidad de los departamentos vecinos, dejando al Huila como uno de los más afectados pues su ubicación geográfica y posicionamiento económico lo hacían más atractivo que los demás. “Al ser limítrofe con el Caquetá, el Huila fue el departamento que tuvo mayoría incidencia en lo que corresponde a los hechos delictivos y de terrorismo que las Farc perpetraron con la zona de despeje. Por su poder económico y estratégica ubicación, fue aprovechado para buscar recursos por parte de los guerrilleros y poderse financiar a través del secuestro la extorsión y el terrorismo, que fueron las tres incidencias fuertes que tuvo el Huila en cuanto al accionar delincuencial de estos grupos armados ilegales”, explicó el general José Vicente Segura, comandante de la Regional Dos de Policía. El alto oficial agregó que por su cercanía con el Caquetá y sus vías de comunicación, el Huila fue el punto estratégico que tenían los subversivos para efectuar grandes golpes terroristas. “La parte financiera para ellos es vital, por eso que buscaban atacar el Huila, donde estaba la parte económica fuerte. El Huila fue el departamento más sacrificado de la época”, afirmó. Actualmente, según el General Segura, las condiciones en materia de oren público han mejorado. Sin embargo, no se puede descuidar el tema. “Aunque todavía tenemos casos de terrorismo en un porcentaje menor y una incidencia diferente, no podemos bajar la guardia, debemos mantenernos muy activos, trabajando unidos, las autoridades y la comunidad contra ese mal que no hemos terminado de erradicar”. Comercio ‘en picada’ Uno de los sectores más golpeados con el efecto del conflicto armado en la época, fue el comercio. Tan solo en 1999, año en que inició la zona de distensión, la inversión en el departamento cayó aceleradamente en un 35%. Para Ariel Rincón Machado, presidente ejecutivo del a Cámara de Comercio de Neiva, “los impactos de la zona de despeje para el Huila fueron desastrosos, se partió de una esperanza que se convirtió en nuestra peor tragedia, desde allí atacaron poblaciones, secuestraron, extorsionaron y el estigma que se ganó esta región fue enorme, tanto en el orden nacional como internacional. Pagamos un altísimo precio a ese experimento que no terminó bien”. Según datos dela entidad gremial, durante el 2000 se presentó una disminución del 23% en la inversión empresarial del departamento, demostrándose que por tres años consecutivos la inversión se fue a pique. “La inseguridad ahuyentó cualquier iniciativa de desarrollo empresarial porque había el temor de que iban a ser extorsionados, secuestrados, empresarios importantes que desarrollaban su labor en el Huila empacaron maletas y se fueron. Los indicadores en cuanto creación de empresa se vinieron al piso, la gente empezó a refugiarse en Bogotá y a control remoto manejaban sus empresas y muchos cambiaron sus domicilios”, dijo Rincón. Durante el año 2000, se constituyeron 485 sociedades con una inversión de 7.400 millones pesos, actualmente en el Huila hay una creación anual de 610 sociedades con inversiones cercanas s los 23.052 millones de pesos. “Hoy en día tenemos inyección a capital fácilmente por 60.000 millones de pesos, seguimos trabajando en desestigmatizar el departamento, donde las cosas son completamente diferente. El tema de seguridad sigue mejorando y las buenas inversiones siguen llegando, creo que el Huila pasa el mejor de sus momentos en la última década en un proceso de crecimiento permanente y lo mejor está por venir”, puntualizó Rincón. Ganaderos a media marcha En cifras, el sector que más registró pérdidas durante la época fue el ganadero. Cerca de 20.000 cabezas de ganado se perdieron con la iniciación de la zona de despeje. “El gremio ganadero al igual que otros sectores se vio muy afectado con la zona de distención, especialmente en el Caquetá, donde tuvimos pérdidas cercanas a las 20.000 cabezas de ganado, porque no se pudo hacer control a los animales que se tenían allá y por supuesto quedó en manos de otras personas”, señaló el gerente del Fondo Ganadero del Huila, Carlos Fernando Pérez. Como entidad, las pérdidas económicas nunca fueron recuperadas y los negocios que existieron en el vecino departamento del Caquetá, cerró sus puertas definitivamente. “Como Fondo Ganadero nunca instalamos ninguna denuncia. La mayor afectación fue perder el negocio en esta zona, que era el fuerte de la empresa, una inversión de 15.000 millones de pesos aproximadamente que tuvimos que afrontar”. Según Pérez, actualmente la entidad no atraviesa por su mejor momento, “por la misma situación económica del país y los efectos de la ola invernal que también afectó unas zonas en el Huila, apenas nos estamos reponiendo a eso. La actividad se ha podido desarrollar de una forma más tranquila aunque últimamente hemos vuelto a tener inconveniente de inseguridad”, señaló el gerente. La construcción también pagó A la lista de los sectores más golpeados, se suma el gremio de los constructores, quienes afirman que la zona de distención afectó negativamente el negocio. “Fue una época muy dura para el departamento y empresarios porque las amenazas y boletos aumentaron, la guerrilla tenía a Neiva como una zona productiva más cercana, eso hizo que muchos empresarios se fueran o se retiraran de la región”, afirmó Diego Ospina, presidente de la Junta Directiva de la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol). Para el empresario, actualmente el Huila cuenta con grandes inversionistas que le aportan al progreso y desarrollo de la región. “Gracias a la terminación de la zona de distensión y la seguridad democrática logramos mejorar, el Huila es una zona que tiene grandes inversionistas, que económicamente esta creciendo, es una zona que atrae turistas de otros departamentos y a nivel internacional. Eso demuestra la actividad comercial y empresarial que tiene nuestro departamento está creciendo enormemente”, puntualizó.