La declaratoria de inhabilidad para ejercer cargos públicos durante doce años al anterior gobernador, Jorge Luis Pajarito Sánchez, por irregularidades en la suscripción de millonarios contratos La declaratoria de inhabilidad para ejercer cargos públicos durante doce años al anterior gobernador, Jorge Luis Pajarito Sánchez, por irregularidades en la suscripción de millonarios contratos; la inhabilidad para ejercer cargos públicos por once años al anterior alcalde, Héctor Aníbal Ramírez, por irregularidades en el manejo de recursos de regalías y la destitución, en primera instancia que hiciera la Procuraduría, de la gobernadora Cielo González, por actuaciones que son investigadas cuando fungía como alcaldesa por el manejo irregular de recursos de regalías, entre otros; las inhabilidades a los ex secretarios de Hacienda, ex tesoreros y otros ex funcionarios, enrarecen el clima político del Huila y lo colocan en el sitial que en otrora estuvieran los departamentos de la costa caribe que llegó a ser catalogada como la zona más corrupta del país, deshonroso título que hoy parece entronizarse en esta tierra. ¿Qué pasa con los liderazgos del Huila, más aún qué pasa con los electores, que habiéndoseles advertido de los inconvenientes que tenía la elección de la actual gobernadora, insistieron en elegirla, con el argumento por ella misma esgrimido de que “más vale malo conocido que bueno por conocer”? y ¿para qué sirvió el certificado de antecedentes disciplinarios, requisito para presentar candidaturas, si ya estaba siendo investigada? La polis griega denominaba Paideia a la educación en virtudes que debía tener un hombre para poder ejercer la política. Los ciudadanos son hombres y mujeres que controlan el poder y, a través de la palabra en el ágora, juzgan la actuación del gobernante. A la hora de buscar responsables no basta con mirar hacía las cumbres de la gobernación y la alcaldía, es necesario mirar las ágoras vacías, los medios de comunicación que no se han empleado a fondo de los escandalosos procesos de corrupción, mirarnos en el espejo, porque en la desidia está también la causa de la corrupción. El Huila requiere construir una nueva Paideia, una nueva ética para el ejercicio de lo público que no alimente más el círculo perverso de la corrupción. Se requiere el cambio de las élites políticas por unas frescas y alternativas que le den garantía al elector de que su decisión al momento de votar no está siendo burlada; urge independizar la voluntad del elector huilense que sigue amarrado a las tradicionales casas políticas y transformar su conciencia. No habrá ejercicio de la ciudadanía plena mientras su decisión esté en manos de redes clientelares que todo lo negocian. Vale la pena preguntarse por el control político ejercido por la Asamblea y el Concejo. Mientras tanto los huilenses seguiremos pendientes del fallo de segunda instancia para posiblemente acudir a unas nuevas elecciones que le cuestan al erario público una millonada de pesos. ¿subjúdice hasta cuándo?