Acosados por el desarrollo urbanístico de la ciudad y la necesidad de tierras para construcción, los humedales de Neiva parecerían tener sus días contados.
En toda la zona urbana de la capital, estos espacios de vegetación, agua y especies de fauna sufren el asedio de maquinaria de construcción, son rellenados con tierra y residuos de obra, arrasados sus árboles y plantas y destruido su entorno natural porque algunos creen que son solo potreros o zonas de pasto y rastrojo.
Sin embargo, no todo está perdido. Desde ambientalistas hasta autoridades, se reafirma una creciente urgencia de proteger los humedales.
Incluso, la reformulación pendiente del Plan de Ordenamiento Territorial de Neiva debe involucrar decisiones en torno al presente y futuro de los espacios, en una ciudad que ha vivido recientemente los calores más sofocantes de su historia, y cuya ciudadanía es cada vez más consciente de la necesidad de cuidar y proteger el entorno natural.
Importancia y estudio
Pero, ¿por qué son importantes los humedales? El humedal es considerado un ecosistema intermedio entre el medio acuático y el terrestre. Tiene áreas húmedas, semihúmedas y secas, y tiene la presencia de flora y fauna muy singular.
En Colombia existen varias clases de humedales, tanto de agua dulce como de agua salada: ciénagas, manglares, estuarios, arrecifes de coral, sabanas inundables, pantanos, lagunas, embalses, ‘madres viejas’ (los lechos antiguos de un río, que a veces tiene agua estancada), y meandros.
Neiva no es la excepción. Desde 1961, hace más de 50 años, el Instituto Geográfico Agustín Codazzi identificó zonas importantes en el oriente de Neiva, precisamente una de las zonas de mayor crecimiento urbanístico de la ciudad.
A partir de análisis y fotografías áreas, fue realizado hace dos años un estudio por un grupo de investigadores de la Universidad Surcolombiana.
Allí quedó claro que “se observa la cuenca del río Las Ceibas en el sector urbano de la ciudad donde desembocan las quebradas El Chaparro y Avichente. La quebrada La Barrialosa desemboca en la quebrada Avichente. Más hacia el oriente se observa la microcuenca La Toma con sus tributarios El Curíbano y Curibanito. Más hacia el oriente se observan los afluentes que se consolidan como quebrada La Torcaza, y afluentes que descienden para la quebrada La Jabonera”.
También quedó evidenciada en la misma zona “la presencia de un complejo sistema de humedales articulado con las microcuencas”.
Ya en 1996, la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena publicó la Agenda Ambiental de Neiva, “documento en el que reconoció como ecosistema estratégico la zona del oriente urbano de Neiva comprendida entre los ríos Las Ceibas y del Oro”.
Sin embargo, el evidente el proceso de deterioro de ese territorio. Por ello, hoy se reclaman nuevas acciones.
Qué viene
De acuerdo con el director de Planeación de Neiva, Rafael Hernando Yepes, “dentro del proceso de reformulación del Plan de Ordenamiento Territorial, la idea es que las empresas, y las organizaciones que tienen que ver con el medio ambiente, se empoderen y participen en los diferentes espacios que debe abrir el Plan para que se hagan propuestas aterrizadas, de tal manera que si quieren controviertan o refuercen lo que allí está plasmado”.
Sin embargo, un estudio pendiente sobre gestión de riesgo debe determinar la presencia de estas zonas.
“El señor Alcalde va a hacer un convenio con Findeter y dentro del convenio van a incluirse los estudios de gestión del riesgo, dentro de los cuales se van a generar una mapificación que va a permitir diferenciar zonas de riesgo y de no riesgo; en algunas seguramente vamos a poder encontrar presencia de cuerpos de agua”, explicó Yepes.
Para la concejal del Polo Democrático, Leyla Rincón, estudiosa e investigadora del tema, “los humedales deben quedar en el Plan de Desarrollo del señor alcalde de Neiva”.
“Él se ha comprometido, y yo lo apoyé en este propósito, que como primera autoridad nos garantice que se haga el inventario de humedales, un proyecto de restauración y compensación para los humedales. Sabemos que hay unos proyectos urbanísticos que ya se han desarrollado lamentablemente. Es una situación grave, pero existe la ciencia y la tecnología y unas medidas de compensación ambiental por quienes ya hicieron las afectaciones, y que lo que no esté afectado quede como área de protección”, indicó Rincón.
La dirigente recordó que solo en el oriente hay al menos siete quebradas que nacen en una zona de humedales: El Chaparro, La Barrialosa, Avichente, La Toma, Curíbano, La Cabuya y La Cristalina.
Para el director de la Corporación del Alto Magdalena, Carlos Alberto Cuéllar, es fundamental reconocer la existencia de los humedales y avanzar en su protección.
“Se está redelimitando en el marco del Plan de Ordenamiento Territorial las zonas de reserva, a las zonas de ronda de todos estos humedales para garantizar que cada uno de ellos cuente con la suficiente área aferente y también la zona de preservación que corresponde a su ronda y a la zona forestal protectora perimetral de estos humedales, que sirvan como pulmones de la ciudad y parques de ciudad, que es lo que necesitamos”, comentó Cuéllar.
En Neiva, muchas zonas naturales han sido presionadas por un creciente urbanismo y la presencia de restos de construcción.
Vista área, tomada en 2014, de algunas áreas del oriente de Neiva.
Muchas de las zonas de humedales representan un importante aporte en materia de conservación y educación ambiental.
Fauna que habita las zonas de vegetación de humedales.