Dice Alfonso Reyes en un texto titulado Discurso por Virgilio: “consiste nuestro ideal político en igualar hacia arriba, no hacia abajo”. La cultura y la educación en una nación deben propender por el cultivo humanista de los ciudadanos, de manera que se pueda forjar una sociedad más consciente de su historia, su presente y su porvenir. En los últimos tiempos, algunos jóvenes han incursionado en la política local haciendo lo contrario de lo que dicta la frase de Reyes: se han igualado, pero hacia abajo. Reproducen prácticas reprochables en lo público, aquellas que han desprestigiado el ejercicio de la política, tan importante para el avance de las comunidades.
Con algunas excepciones que la ciudadanía reconoce y que deben ser apoyadas, los políticos del departamento del Huila han continuado la tradición de las puertas giratorias, la carencia de principios, la deficiente gestión de lo público y el aumento del vacío ético. Algunos lideres y gobernantes que protagonizan estos episodios son jóvenes que, a pesar de contar con una carrera prometedora, se han ido deslegitimando. Hay acciones que denotan en los jóvenes representantes un gusto por el clientelismo, el amiguismo, las prebendas. Son jóvenes privilegiados por su trayectoria académica y profesional; sin embargo, actúan en detrimento de sí mismos y de las instituciones.
Por esto, más que un cambio generacional se requiere un cambio de conciencia. La renovación en política no es solo una cuestión de edad, que sin duda es importante, sino un cambio en el sentido de actuar en el plano público y en el plano privado. Por fortuna, la región también cuenta con ejemplos de jóvenes que han logrado encarnar proyectos desde una perspectiva ética y con compromiso social. La apuesta ética es exigente porque requiere esfuerzo intelectual que permita razonar a profundidad sobre las actuaciones que se emprenden en un escenario político. Se trata del ejercicio constante del pensamiento, que permite trascender el plano ideológico para ser consistente. Los modelos son pocos, pero existen en todas las orillas políticas.
Se trata, entonces, de proponer políticas que nos igualen hacia arriba. Las políticas en educación y cultura siguen esperando al gobierno de turno que prometió un cambio sustancial en este sentido. Un avance en estos campos puede llevarnos a ejercitar más a menudo esta idea de Nietzsche: “Vale más estar en la periferia de lo que se eleva que en el centro de lo que se derrumba”.