Relativamente, nadie puede dar de lo que materialmente no tiene. Podría prestar o robar y simular cordura o generosidad. Pero cuando se trata de conocimiento y mentalidad, la imposibilidad es absoluta. Es lo que le ocurre al régimen que gobierna a Colombia. Las líneas ideológicas, de lo supuestos partidos no existen. Fueron borradas por la codicia y el apetito de apropiación de lo público, por usurpadores del poder. Esta realidad, tiene a Colombia está como está. En Latinoamérica, es el país más corrupto, más inseguro, más inequitativo. Una mirada a la historia nacional, evidencia la mezquindad que ha prevalecido, en quienes han dominado el poder político y económico, desde siempre. Desde las mezquinas rencillas entre Santander y Bolívar. La pérdida del Ismo de Panamá. De los miles de kilómetros cuadrados de la Amazonía y de mar Caribe, el año pasado. La entrega de las riquezas naturales a las multinacionales y regalo de billones de pesos vía exenciones y deducciones. Las aparentes regalías, no alcanzan a compensar los costos de las garantías, con que las agasajan los gobiernos. En reciente fallo internacional, Colombia tiene que regalarle más de $80.000 millones a la Drummod, por no haberle hecho mantenimiento oportuno a un tramo de la red férrea nacional, que explota esa multinacional. ¿Cuánto debe pagar, el Estado, a los campesinos por el abandono total, de la red vial terciaria? Con la defensa de los derechos individuales del ciudadano, es peor. Por eso, más del 70% de los colombianos están por debajo de la línea de pobreza. Los cafeteros abandonados a su suerte. Y están ad portas de correr la misma suerte los arroceros, lo pequeños productores de leche, etc. Otros subsectores de la economía real, correrán la misma suerte, por cuenta de los malos gobiernos, sin excepción. Todo se ofrece en sacrificio al dios del mercado a través de los TLC. De ahí los enemigos (la extrema derecha) de la Ley de Victimas y Restitución de Tierras y el sesgo del gobierno en su aplicación y su novelón con los terratenientes farianos. Quiere quedar bien con titulación de baldíos, para tocar lo menos posible a los narco-paracos-terratenientes, que son los verdaderos cerebros del desplazamiento y robo de tierras. Por eso Colombia luce como la de menor crecimiento en Latinoamérica, con mayor desempleo, mayor índice de pobreza y de miseria, mayor informalidad. Uno tras otro gobierno, disfrazando las soluciones sociales, pero sin comprometer los intereses del poder económico y político. Hasta hoy, el elector ha coadyuvado esos protervos designios y criminal mezquindad, con su voto. Colombia es inviable si continúa igual.