El alcalde de Neiva evidenció en estas últimas semanas que en el Gobierno unas son de cal y otras de arena. Chamboneó con el proyectó de endeudamiento y haciendo una muestra de improvisación e inexperiencia permitió que quien radicó la propuesta ante el Concejo Municipal no estuviera facultado para hacerlo. Algunos concejales acuciosos se dieron cuenta y no hubo opción diferente que archivarlo.
Fue sagaz y astuto, mientras se discutía el proyecto de endeudamiento pasó el de imponer la sobretasa de seguridad, sin mayor resistencia del Concejo cuya obsecuencia es regla en los inicios de todos los gobiernos y así convirtió en acuerdo el gravamen que será obligatorio a partir del año entrante, cobrado con el impuesto predial.
Los gajes del ejercicio del poder, derrotas o triunfos transitorios y parciales que únicamente se evaluarán de verdad al final de su periodo constitucional, porque si el Alcalde logra con ese dinero reducir la inseguridad y bajar los índices de los delitos será aplaudido por todos los habitantes de Neiva. De lo contrario, no se lo perdonarán y se lo enrostrarán hasta el último de sus días.
Además de lo anterior, que por sí solo genera suficiente controversia, el debate que se abre es uno bastante antiguo y eterno: ¿cuál es la mejor alternativa para adelantar inversiones en el municipio: endeudarse o acudir a impuestos?
Regularmente se asegura que endeudamiento hoy, es impuestos mañana. Así mismo, se afirma que las obras se deben hacer lo más pronto posible porque resultan menos costosas y el impacto social se consigue de inmediato, por tanto, se justifica el endeudamiento, aunque la financiación implique erogaciones mayores.
Tal discusión como se dijo antes no es nueva y no se puede pretender resolverla en este periodo de Alcaldía, simplemente debe tenerse en cuenta, no solo por parte de quien ejerce como burgomaestre en el municipio, sino también por parte de quienes tienen como función el control político en el ente territorial, es decir, el Concejo Municipal, que hasta ahora parece estar muy cómodo como notario de lo que proponga el Alcalde.
Al alcalde Casagua se le medirá y calificará por sus resultados y en eso debería estar pensando. Hoy el coro de aduladores abunda, mañana lo defenderán sus logros; lo que consiga de viveza o pierda por estupidez hace parte del quehacer de la administración, pero que no olvide que su futuro político depende, para bien o para mal, de lo que haga, y por supuesto, de que no termine ante la justicia respondiendo por sus actos.