Un verdadero infierno de sangre y fuego vivió el viernes una cárcel de Bolivia, por una pelea de presos que dejó al menos 31 muertos, con cuerpos amputados y calcinados, y escenas dantescas que presenciaron cientos de niños que viven en la prisión.
El ataque a un sector de la cárcel de Palmasola donde se desató una verdadera guerra de poder entre reclusos se produjo al amanecer del viernes e incluyó explosiones de tanques de gas y un extenso incendio mientras los niños que vivían en el lugar intentaban escapar y ponerse a salvo, relataron testigos a la AFP.
"Nos madrugaron. Entraron con palos y cuchillos cuando estábamos durmiendo", relató uno de los heridos, que pidió mantener su nombre bajo reserva, mientras era transportado en una camilla hacia un hospital.
"Me partieron la cabeza, me suncharon (perforaron) el brazo. Querían tomar el lugar donde estábamos", agregó.
En medio del ataque y las llamas, una niña de un año y tres meses logró salvarse milagrosamente.
"Desde el jueves (tras la visita semanal) se había quedado a dormir con su papá", relató a la AFP la madre que también solicitó el anonimato.
En la madrugada del viernes, cuando se produjo el ataque, el sitio quedó invadido por lenguas de fuego. "El padre corrió con la niña y logró quebrar una ventana y sacarla por allí para que al otro lado la recibieran los policías", contó la mujer.
"Los encargados de seguridad llevaron a la niña donde están las mujeres (en el mismo penal), quienes la cuidaron y me la entregaron el viernes a mediodía", relata la madre quien afirmó que la nena "sólo tiene raspaduras en la cara".
Otro niño no tuvo la misma suerte. Fue encontrado calcinado, abrazado a su padre, que intentaba protegerlo, según contó el capellán de la cárcel Leonardo Da Silva, al diario El Deber, basado en Santa Cruz.
En Palmasola, al igual que en otras cárceles bolivianas, muchos niños viven con sus padres, pese a que la ley lo prohíbe.
Ramiro Llanos, Director de Régimen Penitenciario, dijo a la AFP que "en la cárcel de Palmasola había más de mil niños", aunque otras fuentes consultadas señalan que en los últimos meses salieron varios grupos de menores, por lo que se estima que dentro del penal actualmente quedaban unos 500 pequeños, la mayoría de ellos con menos de seis años.
Familiares sin información
El penal permanece bajo un estricto cordón policial, y registró este sábado nuevas escenas de angustia con personas que indagaban sobre la suerte de sus familiares encarcelados sin encontrar respuesta.
Una madre, en medio del llanto, reclamaba: "mi hijo es Ricardo Salvatierra. No me han dado noticias, no sé nada, no sé si está quemado, si está vivo o muerto".
Victoria Moya, madre de uno de los reos involucrados esperaba en las puertas del penal con una bolsa de ropa y comida. "No nos dejan entrar, mi hijo es uno de los heridos. Los tienen encerrados en sus celdas y no sabemos nada de ellos", dijo a la AFP, tras explicar que sabe que tiene un tajo en la cabeza y necesita atención. "Necesitan tratamiento. No son animales", se lamentaba la mujer.
Consternados y al borde de la histeria, otros familiares llegaron a la morgue del Hospital San Juan de Dios, localizado en una zona popular, donde un reforzado equipo de forenses tiene la tarea de identificar los cuerpos calcinados.
El número de muertos suma 31 por la muerte de uno de los heridos de gravedad, según informó el Ministro del Interior, Carlos Romero, a la emisora estatal Patria Nueva.
Un miembro de la policía local comentó que la mitad de los cadáveres está irreconocible y que tendrán que acudir a muestras de ADN para identificarlos, lo que prolongará la angustia de los familiares. Sólo tres cuerpos fueron identificados hasta el momento.
En el interior de la cárcel, se mantiene la tensión. Uno de los reos, entrevistado vía telefónica por la AFP, y que solicitó el anonimato, dijo que se han reforzado las medidas de seguridad. "Te cuento que ni comida nos traen", declaró.
La cancha de fútbol, sala de emergencias
El viernes la cancha de fútbol del penal quedó convertida en una improvisada sala de emergencias donde los presos con quemaduras menores se retorcían de dolor, atinando sólo a cubrirse el cuerpo con lodo para refrescarse y aminorar el sufrimiento. Los lamentos eran constantes, relataron testigos a la AFP.
Mientras recibían atención, peligrosos reos eran custodiados por policías, y muchas de las mujeres presas tuvieron que desempeñarse como improvisadas enfermeras.
Lo sucedido en Palmasola, donde se alojan unos 5000 presos, desnudó las falencias del sistema penitenciario boliviano, caracterizado por su superpoblación carcelaria y hacinamiento, y en consecuencia una gran ineficiencia en el control de los reclusos.
El gobierno anuncia que tomará urgentes medidas en esta cárcel luego de la tragedia. "Van a salir los niños y los jóvenes, vamos a sacar a las mujeres, y vamos a dividir entre sentenciados y preventivos", dijo Ramiro Llanos.
Una pelea entre presos de una cárcel de Santa Cruz, al este de Bolivia, dejó el viernes 30 muertos, entre ellos un niño que vivía en la prisión, y decenas de heridos de gravedad, informó el Gobierno boliviano.