El 30 de marzo de 2023, en esta columna escribí el artículo “Las Formas y Maneras Sí Importan”. Insisto en ello porque “…Son formas y maneras los modales… normas de urbanidad… la presentación personal,… las costumbres y protocolos incluyendo la apariencia,… el no uso de vocabulario procaz,… para generar el menor grado de desagrado en… auditorio o contraparte…”.
Sabemos, con resignación, que Gustavo Petro no tiene normas de urbanidad ni es respetuoso de formas ni maneras y que además denota cínicamente su gusto por violarlas. Qué le vamos a hacer: así es su odiosa personalidad, de la que saca provecho pues a su fanaticada le encanta y muchos le siguen el ejemplo. Pero de ahí a irrespetar a las fuerzas militares y la policía, a sus familias, al grueso de servidores públicos y al pueblo en general que rinde admiración y le hace homenaje a los desfiles militares, hay algo que, de hecho, merece la pena abordarse, más allá de la crítica y los abucheos.
Sostengo que debe tener vigencia alguna norma en el universo militar y en la función pública que sancione, así sea con un simple llamado de atención, a aquel civil (el Comandante supremo de las Fuerzas Militares) que no se presente debidamente vestido en una parada militar, que llegue tarde (muy tarde) a la misma y que se retire anticipadamente, denotando con esas actitudes el desprecio por las fuerzas del orden. Antes también lo hizo quedándose sentado ante un saludo militar.
Dicen que en Colombia no hay quien se atreva a ello, a sancionar a Petro por su grotesca actuación en el desfile militar del pasado 20 de Julio. Yo digo que sí lo habrá porque si no, si esto también pasa de agache, el personaje se envalentona aún más y con descaro se siente capaz de seguir echando por la borda la institucionalidad y continuar por la vía del centro con esos despropósitos que tanto ha anunciado de constituyente, fast track, etc., por fuera del orden constitucional, usando las herramientas que su flamante ministro Cristo está empeñado en forjar.
Recordemos que en variadas ocasiones ha dejado plantados a los militares y no llega a tiempo exponiendo pretextos majaderos. En efecto, cree que ya nos tiene anestesiados aguantando todo, pero ‘tanto va el cántaro al agua que por fin se rompe’.