La Nación
Inutilidad militar 1 19 octubre, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Inutilidad militar

Nunca militares del mundo, legales e ilegales, solucionaron problema alguno con perspectiva humana. Siempre inundaron la tierra con sangre, contaminaron de odios a los pueblos con falsos patriotismos.

Su inutilidad esencial proviene de su arqueológico espíritu militar. Practican más la barbarie y menos la civilización, más la ideología y menos a la realidad. Más la fuerza bruta, pero la fuerza bruta no resuelve problemas sociales. Solo crea odios y rencores.

Un uniformado, sin importar el color del uniforme ni la secta que lo comanda, se comporta como el arcaico primate. Flotan todavía en su subconsciente los antiguos rugidos y garras del primitivo.

No acabó Hitler con los judíos a pesar de los seis millones de asesinatos. Solo se granjeó el odio de la humanidad. Ningún sensato del mundo le perdona su primitivismo militar.

Tampoco la elite judía del actual Israel acabó con Hamás a pesar de sus crueles bombardeos sobre Gaza, crueldad solo comparable con la hitleriana. Inútiles los 45 mil palestinos asesinados: niños y niñas, ancianos y jóvenes. Únicamente revivió el odio contra la comunidad judía y fomentaron la división entre quienes aplauden su carnicería y quienes la reprochan.

Ni Hamás creó el Estado palestino, ni detuvo la colonización israelita. Inútiles los 1200 judíos cruelmente asesinados y los 250 cruentamente secuestrados. Solo sembraron odio aún entre judíos sensatos y crearon condiciones para el genocidio bíblico sobre Palestina.

Tampoco nuestro ejército nacional, comandado por el expresidente Uribe, en contubernio con paramilitares, acabó con la guerrilla colombiana. La multiplicó. Llenó el país con tancados de sangre, más de 10 mil falsos positivos según la BBC de Londres. No trajo la paz, simplemente sembró más odio entre colombianos.

Ni la guerrilla trajo la proclamada justicia social. Solo sembró crueldades y asesinatos en los campos colombianos. Fomentó más el odio nacional y la polarización. Ha sobrevivido su terror gracias a la inoperancia de un Estado corrupto.

Abominable realidad planetaria, los militares solo siembran odios, ejecutan asesinatos en masa, cubren la tierra con sangre humana. Labor monstruosa únicamente para satisfacer la codicia económica y política de poderosos en las sombras. No han superado la bestia, no han aprendido a pensar humanamente. Todavía disfrutan el paleolítico.

Todavía no alcanzan el estatus de guerrero según Toro Sentado, jefe Sioux: “El guerrero no es el que asesina, porque nadie tiene derecho a quitarle la vida a otro. El guerrero para nosotros es el que se sacrifica por el bien de los demás.” Y no puede ser guerrero el militar carente de una auténtica percepción humana. Simplemente es un tropero, un asesino con uniforme, un absurdo peón de un codicioso en las sombras.