El aspirante a la Gobernación Carlos Mauricio Iriarte recuerda su niñez ysu ingreso desde muy joven al mundo de la política. Capítulo aparte y especial le dedica a su esposa María Fernanda Ramírez. El aspirante a la Gobernación Carlos Mauricio Iriarte recuerda su niñez ysu ingreso desde muy joven al mundo de la política. Capítulo aparte y especial le dedica a su esposa María Fernanda Ramírez. La Nación, Neiva
Tantas veces ha recorrido su ciudad, Neiva, desde que empezó a dar sus primeros pasos y se crió en ella, que sin duda sus huellas aún siguen por ahí aunque el intenso calor a su paso por estas tierras todo intente evaporar. Carlos Mauricio Iriarte aún recuerda, como si fuera ayer, cuando siendo un ‘pelao’ le dedicaba buenos ratos a la recocha con sus amigos de cuadra y de colegio, muchos de los cuales aún hoy después de tanto tiempo conserva. “Tuve una época muy feliz cuando estudié en el Salesiano, jugábamos baloncesto y fui medio campo; recuerdo con alegría esa época”, afirma. Pero el tiempo no se detiene y en su implacable paso va llevándose con él incluso las pequeñas cosas y entre ellas la niñez. Una vez terminó su colegio, Iriarte partió hacia Bogotá a estudiar en la universidad, no sin antes vivir el dilema de saber por qué carrera inclinarse. La duda pronto quedó disipada y hoy cree que fue la mejor opción, la elegida. Poco a poco, todo fue dándose, conociendo la gente que un día lo apoyaría en el objetivo que, según dice, podría estar a punto de lograr. Y es que la ilusión que desde hace mucho quiere cristalizar ha ido tomando forma y lo tiene hoy nuevamente como candidato único a la Gobernación en unas elecciones atípicas. Eso sí, ni siquiera en el fragor de la campaña Iriarte dejó de evocar los momentos vividos con su padre, su legado y hasta la música que escuchaban en casa. Y claro, capítulo aparte merece para él su esposa María Fernanda, con quien lleva casado cerca de 17 años. Sus ojos se encienden cuando habla de ella y recuerda cómo la conoció, en una calle del barrio Altico de Neiva. “Ese día, dije que tenía que conocerla y desde el primer momento la amé”, afirma. Hablemos de su niñez… Fui muy feliz. Siempre fui el líder de mi curso, era buen estudiante y tenía un grupo muy bueno de compañeros. Me gustaba mucho el deporte, fui de la selección de mi colegio, fui defensor y me gustaba también el baloncesto, acompañé la selección en campeonatos nacionales. ¿Dónde estudió su bachillerato? Soy del Salesiano que desde esa época era buen colegio. Nos prepararon no solo el campo académico sino también en el cultivo de los valores. ¿Muchos amigos? Sí, la lista es larga, a veces me da vaina hablar de eso porque siempre se me queda alguno por fuera y después me hacen el reclamo (risas). En mi casa siempre hubo amigos, lo mismo en la universidad tuve muchos amigos que venían en San Pedro y llenaban la casa paterna. ¿Le gustó desde joven la política? En esa época éramos más bien apáticos con lo que pasaba con la política, no nos ocupábamos de leer prensa, mucho menos oír radio. Me tocó terminando el colegio el proceso del gobierno de Turbay y solo escuchaba los chistes que se hacían del expresidente pero no había ningún interés por la política. Creo que ese es un problema en Colombia y por eso nos hemos ocupado de motivarlos para que participen en ella y se interesen. Al terminar su bachillerato, ¿ya sabía qué quería hacer? Tuve un dilema porque me enfrenté al paso a la universidad, no sabía qué estudiar y sigue pasando ahora con los muchachos porque no hay una orientación académica y tampoco un seguimiento del alumno en materia de sus habilidades y competencias que le permitan al alumno de tomar una decisión correcta. Creo que eso tenemos que modificarlo en el sistema educativo colombiano para ir orientando al alumno desde pequeño y luego pueda decidir. Yo escogí varias carreras y me presenté a varias universidades, Ingeniería Civil, Electrónica y Derecho y pasé en las tres. Terminé escogiendo Derecho porque la veía adecuada con mi intención de iniciar una carrera política desde que salí del colegio. ¿Dónde hizo su carrera universitaria? En el Externado de Colombia, donde terminé en 1984, luego de lo cual inicié en la actividad política al lado de Rodrigo Lara Bonilla, cuando empezamos a organizar las juventudes del Nuevo Liberalismo. Usted ha tenido la oportunidad de vivir en otros países, ¿qué experiencia le ha dejado? Conocer otros países, otras culturas y conocer otros métodos educativos es grande. Y creo que eso hay que implementarlo para que los alumnos tengan la oportunidad de hacer intercambios, como sucede en otros países, eso funciona y forma la gente. Me impactó, por ejemplo, cuando llegué a París donde no se escuchaba un solo pito de los carros, y en otras ciudades desarrolladas del mundo privilegian al peatón. ¿Cómo fue empezar esa carrera política? Después de terminar mi carrera fui elegido como concejal de Neiva con 22 años de edad. En ese momento llegó al Gobierno Departamental, el doctor Rodrigo Manrique Medina, quien me pidió que le colaborara como Secretario de Gobierno a mis 23 años de edad. Ahí tuvimos la enorme responsabilidad de manejar toda la política de orden público pero también de nombrar alcaldes que en esa época no eran elegidos sino nombrados por decreto. Recuerdo de mi paso por ese gobierno que la gente comentaba que a mí me habían sacado de la discoteca para la Secretaría de Gobierno y seguramente no iba a hacer nada. Pero demostré que cuando a un joven se le da la oportunidad en una responsabilidad pública o en el sector privado, lo sabe hacer bien. ¿Qué recuerda de Lara Bonilla? Era un hombre muy preparado, pero sobre todo lo marcó su verticalidad en los principios morales y esa fue la enseñanza que nos dejó. Rodrigo conformó junto con Luis Carlos Galán el movimiento de rebeldía liberal que se llamó Nuevo Liberalismo donde marcó una línea de diferencia en el tema de la moralidad pública. ¿Hablamos de su padre? Es triste ahora hablar de él, pero creo que son muchos los recuerdos alegres que tengo con él, las enseñanzas positivas que le dejó a mi vida. Le doy gracias a Dios que me lo haya prestado por 50 años, siempre fue un hombre valiente, radical en sus convicciones políticas, fue un empresario exitoso que se hizo a pulso, solo. Mi padre fue un ejemplo para mí, de lucha y perseverancia, cualidad que destaco más porque arrancó siendo muy pobre cuando se vino de Campoalegre. Arrancó con un puesto de revistas y ahí empezó su carrera comercial, tuvo cigarrerías y terminó en el de las librerías y de finca raíz. Cuando tuvo que cerrar la papelería porque era el negocio de toda su vida, le dio muy duro, y pienso que eso fue muy triste para él. Era mi mejor amigo, me enseñó muchas cosas en la política, y aunque era severo tenía un trato especial conmigo. ¿Y su mamá? Si alguna palabra la define es amor. Es una persona que da amor incondicional, vive solo para eso, le da mucho amor a sus hijos, los nietos y a sus amigas. ¿Cómo están sus gustos musicales? Admiro mucho la música de Juan Luis Guerra, es mi cantante favorito por la calidad de la letra de sus canciones. Pienso que la música debe llevar un mensaje positivo a la vida de cada persona. La única música que no me gusta es la que le imprime a los jóvenes algo contra los valores. También me gusta nuestra música huilense porque hace parte de nuestra vivencia diaria, mi padre escuchaba mucho la que es de nuestro folclor. En esa época eran los discos de acetato. Se oía en mi casa mucho a Silva y Villalba, por ejemplo. A mi mamá le encanta Oropel. Su esposa ¿Qué significa María Fernanda, su esposa, para usted? María Fernanda es un capítulo especial en mi vida, el más especial. La conocí hace muchos años, en 1992, y siempre le digo a ella que desde el primer momento en que la vi, en la calle octava entre carreras once y doce, me enamoré. Ella iba caminando con unas amigas, yo me desplazaba en un carro y cuando la vi le dije a un amigo que me acompañaba, dé la vuelta que tengo que conocerla a ella, así lo hicimos y como ella iba con la hermana de un amigo mío, pues me la presentó. Enseguida la invité a tomarse un helado y ahí arrancó una relación que ha sido lo más especial de mi vida. María Fernanda no solo es el amor de mi vida, sino mi compañera de lucha, quien está ahí arreglando cada cosa. Ella interviene mucho en los asuntos de mi vida para mejorarlos, me recomienda cómo hablar, cómo vestir, el hogar lo maneja muy bien. Ella ha sido una persona muy especial y muy querida. Le he pedido siempre a Dios que María Fernanda esté siempre a mi lado y que el día que yo muera sus ojos sean lo último que vea. Pero ¿cómo la conquistó? A los ocho días ya éramos novios, fue una relación especial aunque nos tocó estar mucho tiempo separados. Cuando yo la conocí ella vivía en Neiva y yo en Bogotá trabajando. Después se fue para Bogotá a estudiar y yo me regresé al Huila, pero yo cada ocho días me iba en mi carro el viernes por la noche y me devolvía el lunes. Tuvimos una relación hermosa a pesar de la distancia. Yo siempre supe que era el amor de mi vida y le pedí que nos casáramos pero ella fue firme en decirme que primero tenía que terminar su carrera, y así lo hicimos. Una vez graduada, sí tomó la decisión de casarse conmigo, le pedí la mano a su mamá porque desde muy niña perdió a su padre en un accidente. ¿Cómo fue la ceremonia? Nos casamos en la iglesia de Santa Bárbara, fue muy bonita porque María Fernanda cuidó cada detalle de la ceremonia. Pero hay un anécdota, el padre olvidó decir: puede besar a la novia, y yo me quedé mirando después de que le puse el anillo que entre otras cosas, nada que le entraba (risas), entonces, yo lo que hice fue alzar la mano y decirle al padre: ¿puedo besar a la novia? Y él me respondió ¡ah, sí, sí, puede besarla! “Recuerdo de mi paso por ese gobierno que la gente comentaba que a mí me habían sacado de la discoteca para la Secretaría de Gobierno y seguramente no iba a hacer nada. Pero demostré que cuando a un joven se le da la oportunidad en una responsabilidad pública o en el sector privado, lo sabe hacer bien”. “María Fernanda es un capítulo especial en mi vida, el más especial. La conocí hace muchos años, en 1992, y siempre le digo a ella que desde el primer momento en que la vi, en la calle octava entre carreras once y doce, me enamoré”