Lo que debía ser una compra de un programa que permitía espiar delincuentes y proteger la seguridad nacional ha terminado siendo un vergonzoso pulso politiquero entre el actual y el anterior gobierno.
En el mandato de “Iván el insustancial” fue comprado un programa espía a una empresa privada de Israel, previa autorización del gobierno de dicho país. Como era obvio la adquisición fue secreta, incluyendo un pago en efectivo, que según la información conocida, fue hecho con dineros incautados al narcotráfico. Para transportar tal cantidad de dólares, aviones privados aterrizaron en un aeropuerto militar. En resumidas cuentas, la institucionalidad del Estado participó en el proceso de compra, así este se haya hecho de manera clandestina.
Lo esperado era que la información sobre el programa le fuera entregado al nuevo gobierno encabezado por “Gustavo el críptico”, pero extrañamente no fue así; por alguna razón que requiere una imprescindible explicación, el mandatario saliente guardó silencio sobre el tema.
A raíz de las denuncias sobre posibles interceptaciones a magistrados y opositores, el actual gobierno comenzó a indagar y se encontró con la compra del programa, sin tener ni idea donde estaba y quien lo operaba.
Contrario a lo que haría un verdadero estadista, o sea protegiendo la posibilidad de combatir a los delincuentes usando las herramientas de inteligencia que eventualmente proveía el programa, “el críptico” decidió armar el espectáculo en pleno paro camionero, convencido que lograría desviar la atención. “El insustancial” y sus compinches continúan callados, entendiendo el posible pecado cometido por haber hecho mal uso del programa, quizás consideran que es mejor dejar quieto el asunto porque en Colombia un escándalo tapa otro.
Las cosas fueron escalando, el actual gobierno en lugar de guardar prudencia y hacer la investigación con la discreción que ameritaba el caso, vulneró todos los límites que exige un asunto de seguridad nacional y decidió sacar beneficios políticos del silencio del anterior, sin importarle en lo más mínimo que al país lo suspendieran de la organización que comparte información de inteligencia a nivel mundial.
Los beneficiarios reales de la actuación irresponsable de ambos gobiernos son las bandas delincuenciales, los grupos armados organizados y hasta los gobiernos con los que el país tiene diferencias. Se consiguió adquirir el programa de espionaje más sofisticado del mundo, pero no sabemos dónde está, ni mucho menos como se está usando, logrando que seguramente lo desactiven y finalmente no podamos utilizarlo para las labores de inteligencia que tanto se necesitan para combatir a los delincuentes que hoy nos mantienen en permanente zozobra.
