¿Juego o violencia?

Apenas estamos a tiempo de prevenir consecuencias más graves derivadas de las masivas peleas callejeras de niños y adolescentes, citadas por redes sociales, y que ya han generado serios llamados de alerta de vecinos y líderes locales en la capital del Huila. Apenas estamos a tiempo de prevenir consecuencias más graves derivadas de las masivas peleas callejeras de niños y adolescentes, citadas por redes sociales, y que ya han generado serios llamados de alerta de vecinos y líderes locales en la capital del Huila. Lo que decenas, cientos, de muchachos están propiciando en sus contactos de Internet como un juego, diversión, alternativa de recreación o quizá deporte extremo, no es más que el preludio de hechos que mañana lamentaremos y que no tienen, a la vista, control de los padres de familia. La famosa frase de un viejo comercial institucional de televisión “¿Sabe Usted dónde están sus hijos en este momento?”, ha sido olvidada por completo en un sinnúmero de hogares que permiten que sus menores hijos salgan a las calles, incluso en horas nocturnas, sin saberse a qué, con quiénes, hacia dónde y con qué propósitos. Que centenares de muchachos se pongan de acuerdo en estos actos – supuestamente inocentes y con puros ánimos de divertirse – y los realicen a campo abierto pone a los padres de familia en una situación de gran descontrol y absoluta falta de autoridad sobre sus hijos. Pero más grave: que algunos adultos los promuevan por dinero como apuestas clandestinas. No nos llamemos a engaños: esto no es un asunto de la Policía ni del Alcalde ni su Secretario de Gobierno ni de los profesores del colegio ni de los vigilantes de la cuadra. Por lo menos en los actos primarios de los jovencitos. Son los padres de familia los absolutos responsables de sus hijos, de lo que hagan o dejen de hacer y, ojo, de las consecuencias de sus actos. Y no son sólo los muchachos los que jurídicamente salen a responder ante la Justicia, en el marco del Código de Infancia y Adolescencia: hay una clara corresponsabilidad, entendida como la concurrencia de actores y acciones conducentes a garantizar el ejercicio de los derechos de los niños, las niñas y los adolescentes. Y en primerísimo lugar la familia, luego la sociedad y el Estado son corresponsables en su atención, cuidado y protección. Aquí no vale la manida excusa de acudir al Policía o al Alcalde para resolver un problema que nace, se reproduce y manifiesta sus peores efectos en la casa, dentro del hogar cualquiera que sea su condición social o económica. Estamos a tiempo, aún no hemos tenido afortunadamente alguna consecuencia grave de heridas o víctimas mortales por estos masivos encuentros pero nada nos asegura que mañana o pasado ocurra, o que una masa humana de muchachos alebrestados por las fuertes emociones del riesgo desencadenen una asonada o mayores daños materiales sobre las zonas vecinas a sus peligrosas jugarretas. Por supuesto que no estamos excusando a las autoridades en la prevención y contención de estos casos, pero el primer acudiente, como se le denomina legalmente en la línea de responsabilidad, es el padre o madre de familia. Y serán ellos quienes pongan la cara. Que lo hagan ya. “Son los padres de familia los absolutos responsables de sus hijos, de lo que hagan o dejen de hacer y, ojo, de las consecuencias de sus actos”. EDITORIALITO El dueto neivano ‘Mi maestro y yo’, integrado por el maestro Jaime Ricardo Guío y Nicolás Gutiérrez, acompañado por Luis Alberto Vargas, ganó el Concurso Nacional Príncipes de la Canción en Ibagué. Un reconocimiento a la dedicación, a la consagración, pero antetodo, al prodigioso talento de sus integrantes. Sin duda, un orgullo para la región.