La antropóloga huilense defensora de la sopa, ‘el patito feo de la cocina’

Ana Belén Charry es cocinera, antropóloga y creadora de contenido. Orgullosamente opita, es hija de Arleen, un antropólogo apasionado por el Huila, y de María Elena, una antropóloga lingüista oriunda del Cauca. Su pasión por la gastronomía la llevó a escribir el libro Las 100 sopas colombianas, en el que reivindica la sopa, considerada el “patito feo” de la cocina.

Hernán Guillermo Galindo M

hernan.galindo@lanacion.com.co

Ana Belén Charry se define como cocinera, antropóloga y creadora de contenido. A sus 29 años de edad, y siendo hija de antropólogos, se interesó por los sabores y, desde la gastronomía, por reconstruir el ancestro cultural que hemos heredado, especialmente de las abuelas.

“También soy mamá de Lorenzo, esposa de Ricardo y una mujer profundamente involucrada con todo lo relacionado con los temas gastronómicos del país, entendidos desde la nueva dinámica digital, en la cual buscamos enamorar a las nuevas generaciones de la cocina en todo su sentido”, relató en diálogo con LA NACIÓN.

Destacó el privilegio de haber nacido en Neiva, aunque estuvo allí muy poco tiempo. “Pero mi familia ha estado presente; somos parte de los Charry y con mucho orgullo puedo decir que mi tía Cielo, mi tío Saúl y mi primo Camilo todavía están aquí, en esta tierra, y me encanta ir a visitarlos”, añadió.

“En su momento, lo que más me traía al Huila era ver a mis abuelos, Saúl Charry y Ana Graciela. Desafortunadamente, ya perdimos a ambos; a mi abuela la perdí recientemente, y es algo que, sin lugar a dudas, me tiene aún con el corazón acongojado. Parte de la dedicatoria y de la intención del libro es reivindicar a las abuelas y, obviamente, hacerles un homenaje a ellas, porque son ellas quienes tienen la sazón, el conocimiento, y son las que realmente manejan y hacen pervivir nuestro patrimonio gastronómico en todo su sentido”, expresó.

Recorrido por el país

Ana Belén Charry lanzó el libro 100 Sopas Colombianas, editado por Planeta, que se convirtió en un hito y en el eslogan de su vida.

En un recorrido de más de 12 años por Colombia, comenzó a indagar sobre los sabores más importantes y los términos regionales que se pueden encontrar. “Esto me permitió entender que, más allá de los sabores, están las historias y las personas que están detrás de la comida. Eso es lo que, después, como antropóloga, se convirtió en mi causa, mi hito, mi eslogan. Al final, esa es la causa que defiendo y por la cual trabajo. Llegar al lanzamiento del libro me llena de felicidad, poder decir que es el producto de muchos aprendizajes adquiridos”, reflexionó.

Le preguntamos: ¿Por qué la defensa de la sopa? Y su respuesta no se hizo esperar. “Decidí hacerlo con las sopas porque eran como el patito feo de la cocina colombiana, a las que las nuevas generaciones no les prestaban mucha atención. Como bien digo en la introducción del libro, es difícil ver cómo algo tan arraigado en el ADN de nuestra cocina se va perdiendo”, sostuvo.

Y agregó que esto se debe, simplemente, a que vivimos en una sociedad que siempre tiene prisa, y una sopa, por más deliciosa que queramos hacerla, siempre lleva tiempo.

“Era simplemente un amor alejado, intentando nadar contracorriente. Tal vez no me iba a convertir en la más viral, pero si llegaba a los oídos correctos, iba a generar una reacción. Y así sucedió: las personas apoyaron este mensaje y hoy, con mucho orgullo, puedo decir que más de un millón 182 mil personas me siguen en mis redes y creen, justamente, diría que, con la misma convicción, en esto que yo propongo”, explicó.

Su defensa de la sopa, para quienes la cuestionan desde el punto de vista nutricional, la define como una cuestión de percepciones. “Seguramente, una persona que puede hablar desde el privilegio diría que la sopa tiene un bajo nivel nutricional. Pero aquí, la vida, la sociedad colombiana, nos ha enseñado que las sopas son las que alimentan, sobre todo en las poblaciones con mayores retos económicos, porque a veces la vida no es lo suficientemente generosa con todos”, afirmó.

En su libro 100 sopas colombianas, Ana Belén recopila todo el conocimiento que comenzó siendo muy niña con la etnia los Cofanes del Putumayo.

El Tolima Grande

Sobre los sabores del Huila, Ana Belén se refirió a los lazos que nos unen como departamentos hermanos con el Tolima. Por eso, mencionó al “Tolima Grande” como los sabores a compartir que describe en su libro.

“En el libro hablo del Tolima Grande porque, como podemos ver, cuando uno recorre tanto el Tolima como el Huila, nos damos cuenta de que somos departamentos hermanos. Encontramos el mismo gusto en una achira, nos encantan los tamales y nos enorgullece la lechona. Así que, aunque unas fronteras políticas puedan dividirnos, realmente tenemos tantos lazos de hermandad entre estos dos lugares”, dijo.

Y agregó: “La sopa que más recuerdo, y una que me recuerda mucho al Magdalena, es el caldo de cucha. Este es un reconocimiento y una valorización a los pescadores que llegan a las orillas del Magdalena y ofrecen sus productos, que luego se transforman en manos de mujeres o cocineros con la capacidad de convertir esos ingredientes en alimento”, explicó.

Para Ana Belén, en el Huila y el Tolima, “nos enseñaron que, aunque haya escenarios de escasez, dentro de la casa, siempre, desde la abundancia del plato, se comunica todo el amor que se tiene hacia las demás personas. Lo bonito de la cocina de nuestra tierra es que nos enseña que donde comen dos, comen tres, sin ningún problema”.

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