Diego Muñoz Marroquín
En el centro del mundo universitario bogotano, zona llena de residencias estudiantiles, cafés, sitios de rumba, y por su puesto varias universidades, funciona la Asociación Universitaria Colombiana en una gran casona victoriana, muy bella por fuera, algo descuidada por dentro, pero que, para muchos, conserva los bellos recuerdos de esas maravillosas épocas estudiantiles.
A esa institución debemos muchos, inmenso agradecimiento por ser soporte y base fundamental para mantenerse en la dura, fría y costosa Bogotá, el calor humano te hace sentir como en familia, allí consigues varios de tus mejores amigos, también algunos contradictores y en ese ambiente de camaradería, muchos han encontrado la pareja que los acompañe toda la vida.
La Asociación fue fundada en los años 50, por entusiastas estudiantes como Diego Uribe, Gerardo Eusse y otros relevantes universitarios de esa época, que apoyados por el Padre Isidoro López crearon una institución que tenía como objetivo brindar soporte al estudiante de provincia, especialmente de bajos recursos, que llegaba a Bogotá y en muchos casos no tenía como mantenerse en la ciudad, en mi caso personal, si no hubiera sido por la Asociación, hubiera tenido que devolverme para el Huila, pues habría sido imposible subsistir en Bogotá con los precios de las residencias normales.
La diferencia de la Asociación frente a las demás residencias universitarias es que no tiene ánimo de lucro y es administrada por los mismos asociados a través de una asamblea a la que le corresponde dar los lineamientos y bases para que la junta directiva, integrada por 7 asociados (presidente, tesorero, ecónomo, jefe de mantenimiento y otros) mantenga funcionando todo, así, por ejemplo, el ecónomo, cargo que desempeñe por más de 2 años, es el encargado de hacer el mercado y proveer la comida a casi 40 personas, entre asociados e invitados. La consecuencia de esto es que, mientras una residencia tradicional en Bogotá puede tener un costo mínimo de $700 u $800 mil, en la Asociación, por la dormida y las 3 comidas, solo se pagan $350 mil.
Grandes personas del orden nacional se han visto beneficiadas y han podido terminar sus estudios gracias a ella, allí han vivido desde Exministros, Senadores, grandes empresarios, hasta personas de la insurgencia como Jaime Bateman, en el Huila nuestro actual Gobernador Carlos Julio González fue inclusive presidente, me lleno de añoranza y nostalgia de esos grandes momentos que viví allí, pero lo que quiero resaltar es que necesitamos muchas instituciones como esa, no solo en Bogotá sino en todas las ciudades universitarias del país, pues es triste ver que la mayor causa de deserción universitaria es el no poder sostenerse mientras se estudia, de nada sirve que el estudiante sea el más “pilo” y se gane la beca, si no tiene donde vivir y como comer dignamente mientras atiende sus estudios.