Los audios publicados en varios medios de comunicación, que no han sido rebatidos por quienes participan en ellos, demuestran de manera incontrovertible que tenemos una verdadera banda delincuencial gobernando la ciudad.
Respetando la presunción de inocencia y que son los jueces y los entes de control los encargados de juzgar, condenar o sancionar a los responsables de los reconocidos actos delictivos ejecutados en la administración municipal, es imposible desconocer las incontrovertibles pruebas que involucran al alcalde y a miembros de su equipo de gobierno en actos de corrupción, que van desde irregularidades en la contratación hasta compra de votos.
De hecho, el alcalde se encuentra imputado por la fiscalía, en libertad porque un juez decidió revocar la medida inicial de otro que lo mandó a detención domiciliaria. También fue destituido por la procuraduría, pero por esos vericuetos del ordenamiento jurídico colombiano, puede seguir ejerciendo el cargo porque debe surtirse otra instancia ante el consejo de estado.
En consecuencia, debemos tener claro que el mandatario no se encuentra preso o destituido por galimatías de las leyes colombianas, que permiten, aun con unas pruebas tan contundentes, que un bandido que se ha dedicado con sus compinches a saquear el municipio continúe siendo alcalde sin despelucarse.
Lo grave es que no le bastaron los cuatro años de su periodo, quiere más, se muestra insaciable frente a los dineros públicos y pretende dejar un heredero al frente del municipio, un individuo gris, sin densidad y sin historia como decía Gaitán, pero con gran habilidad para bordear el código penal, convencido de que puede hacer lo mismo que su jefe sin que la justicia lo alcance.
Sus nombres de pila los conocemos todos, fácilmente podrían ser alias en el bajo mundo, protagonistas de las mas vergonzosa afrenta a la moral y buenas costumbres que se tenga conocimiento en la existencia de la ciudad, y no están dispuestos a detenerse, al contrario, harán lo que sea en procura de seguir atracando el presupuesto.
Los únicos que pueden detener tal ultraje son los ciudadanos, usando la poderosa arma del voto, que sin necesidad de disparar un solo tiro puede cambiar la historia, sepultando de una vez por todas las ambiciones de quienes pretenden seguir lucrándose de los dineros públicos.
Eso sí, que no vayamos a cambiar una banda por otra igual o peor, pues en la ciudad existen varias que han convertido la política en un fructífero negocio. Opciones hay, solo es necesario que se vote a conciencia, en la urna el único testigo de la decisión es el propio votante.