La BBC no estaba para muchas fiestas en su 90 aniversario, inmersa en el caos creado por una crisis LONDRES (AFP) – La BBC no estaba para muchas fiestas en su 90 aniversario, inmersa en el caos creado por una crisis autoinfligida que le obliga a reestructurarse para defender su reputación de excelencia y su presupuesto, así como a recuperar la confianza de sus millones de usuarios. El 14 de noviembre de 1922, la balbuceante British Broadcasting Company, voz del imperio, hizo historia difundiendo su primer boletín de noticias dirigido a los escasos miles de hogares que poseían una radio. Para señalar el acontecimiento, la BBC optó por difundir simultáneamente en sus 60 cadenas de radio y televisión, un reportaje especial realizado por Damon Albarn. El cantante y compositor británico mezcló en una pieza de tres minutos archivos sonoros, el bip bip de los satélites espías de la guerra fría, envíos en morse, el tañido del Big Ben y sonidos de los 28 servicios lingüisticos del prestigioso “World Service”. El resultado es una alegre cacofonía, que hace pensar irónicamente en el caos que reina en la Broadcasting House, el nuevo cuartel general del que hoy es el mayor grupo audiovisual público del mundo en el centro de Londres. “Podríamos haber tocado ‘más cerca de ti, Dios mío”, ironizó un reportero en referencia a la última melodía tocada por la orquesta en la cubierta del “Titanic”. Anónimamente, puesto que los 22.800 empleados fueron instados a abstenerse de hacer comentarios sobre los problemas del grupo en las redes sociales o en entrevistas. Como regalo de cumpleaños, los editorialistas de la prensa escrita multiplicaron las críticas. “Demasiado grande”, “demasiado de izquierdas”, “demasiado cara”, afirmó el miércoles el Sun, el popular diario sensacionalista propiedad de Rupert Murdoch. “Expansionista”, “burocrático”, “arcaico” señalaron los que exigen más recortes de plantilla que los 2.000 previstos hasta 2017. Los más benévolos prodigaban consejos, como el Financial Times, para quien la BBC debe contratar a su futuro director general externamente y desdoblar sus funciones periodísticas y administrativas. El escándalo se originó en el programa Newsnight, una autoridad en materia de periodismo de investigación. Éste acaba de admitir que censuró a finales de 2011 una investigación que incriminaba al expresentador Jimmy Savile, fallecido semanas antes a los 84 años. Scotland Yard lo considera ahora uno de los peores “predadores sexuales” de menores de la historia británica. A principios de noviembre agravó su caso acusando erróneamente de pedofilia a un veterano político conservador de la era de Margaret Thatcher. El escándalo forzó la dimisión del director general George Entwistle, tras sólo 54 días en el cargo. Su marcha debería haber calmado los ánimos, pero las 450.000 libras que se llevará de indemnización reavivaron la polémica sobre el gasto excesivo de la BBC. Una BBC que relata sus desgracias con su habitual rigor e independencia. Uno de sus periodistas señaló esta semana en antena refiriéndose a su director general interino, Tim Davie, que “el dirigente venido del marketing no tiene ninguna experiencia periodística. ¿Es el hombre de la situación?”, se preguntó cuando se barajan sanciones disciplinarias y una reforma de la gobernanza. Igualmente cuestionado, Lord Patten of Barnes, último gobernador de Hong Kong y presidente del ente de tutela BBC Trust, debe buscar rápidamente al hombre providencial que liderará la recuperación y una “revisión estructural radical”. “Porque tenemos más dirigentes que el partido comunista chino”, admitió. Pero también denunció los intereses comerciales de los medios dispuestos a exigir el fin de los privilegios de la BBC, cuya página internet es una de las más consultadas en el mundo, de “competencia desleal” por ser la única receptora del cánon audiovisual, unos 3.700 millones de libras anuales. Para la prensa escrita, en el banquillo de los acusados desde hace más de un año por un escándalo de escuchas ilegales, esta distracción es casi un alivio. La BBC salió airosa de otras crisis. Afrontó la ira de los primeros ministros conservadores Winston Churchill y Margaret Thatcher, y del laborista Tony Blair durante la guerra de Irak. Pero en un mes, el índice de satisfacción de la institución tradicionalmente tan popular como la monarquía cayó 20 puntos, hasta el 45%. “Lo esencial en este país para la BBC es la confianza. Si la perdemos, es el final”, previno Lord Patten. La BBC, una institución británica salpicada por el escándalo