La Nación
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LA CARTA DE TIMOCHENKO A URIBE

Las redes sociales fueron prolíficas en la difusión de la carta dirigida por Timoleón Jiménez (Timochenko), el comandante de las FARC, al expresidente Álvaro Uribe Vélez. Por esta vía muchos colombianos tuvimos acceso al texto completo de esta comunicación, de alto interés nacional dado el estado actual de las negociaciones de paz entre el gobierno y esa organización guerrillera. Es una invitación al diálogo civilizado. “Conversemos tranquilamente”, le dice. Le propone hacer parte de un acuerdo político para la paz sin ninguna exclusión. “lo queremos a usted sentado a la Mesa de la Reconstrucción y Reconciliación Nacional”. Se dirige a él con el respeto y merecimiento de su alto cargo de expresidente. “Fue usted un formidable adversario que nunca nos dio cuartel, pero como ve, seguimos aquí, en la brega, trabajando incansables por la Nueva Colombia”. Le recuerda que en cerca de seis años de negociaciones en La Habana se han reunido no sólo con representantes del Gobierno Colombiano, sino también con militares, empresarios, altos representantes del clero católico y de otras iglesias, parlamentarios, víctimas del conflicto, filósofos, académicos y con representantes y exjefes de estado de otras naciones, incluidos los Estados Unidos, la Unión Europea y el Congreso Nacional Africano. Que algunos les han expresado sus preocupaciones y reservas. “Pero en su conjunto ninguno ha dejado de animarnos a perseverar en la búsqueda de la paz por las vías del diálogo y la reconciliación.” Es reiterativo y enfático en el propósito de la paz. “Todos nos han repetido la lección, con odios no se llega a ninguna parte. Tenemos muy claro que la pasión y la polarización son malas consejeras, que nadie es dueño de la verdad absoluta, que la paz es una construcción colectiva.”.

No sé si Timochenko haya sido lector de Anthony de Melo, el sacerdote Jesuita portugués que viajó al Asia en plan de evangelización y allí buscó una simbiosis entre el cristianismo y las religiones orientales (budismo y confucianismo). La esencia de su pensamiento está en un texto muy corto titulado “Cambiar yo para que cambie el mundo” y que mis lectores podrán consultar en Google. Sea como sea, el contenido de esta carta está impregnado de esa filosofía, una sincera autocrítica frente a su pasado guerrillero y una búsqueda audaz de la reconciliación. La carta confirma que las FARC han llegado a la convicción de que la guerra no conduce a ningún cambio en el país y que se debe buscar el entendimiento incluso con los oponentes más extremos. Y para ello son esos gestos de humildad y grandeza.