La Nación
La compleja realidad de las compensaciones ambientales 1 19 septiembre, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

La compleja realidad de las compensaciones ambientales

Toda actividad humana deja su huella en el entorno natural. Proyectos del sector de hidrocarburos, la construcción de hidroeléctricas, obras de infraestructura vial, la expansión urbana y el turismo son solo algunos ejemplos de actividades que ejercen presión sobre los recursos naturales. Para contrarrestar este impacto, las autoridades ambientales han establecido mecanismos de compensación socio-ambiental. Aún así, debo decir que “el que reza y peca, NO SIEMPRE EMPATA.” Las compensaciones actuales, aunque necesarias, no siempre están a la altura del daño infligido.

En Colombia, la Agencia Nacional de Licencias Ambientales (ANLA), el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS) y las corporaciones autónomas regionales, según el caso, son responsables de evaluar y otorgar los permisos ambientales a las organizaciones que los solicitan. Estas autorizaciones vienen acompañadas de obligaciones ambientales que las empresas deben cumplir para mitigar su impacto en el entorno.

Sin embargo, no siempre es tan sencillo como “pagar por el daño.” Las compensaciones a menudo no logran replicar ni restaurar completamente los servicios ecosistémicos originales que fueron destruidos. Christophe Drenou, botánico reconocido, advierte que la idea de reemplazar árboles maduros por ejemplares jóvenes es insuficiente. Un árbol con un tronco de más de un metro de diámetro almacena tres veces más carbono, alberga siete veces más biodiversidad y absorbe setenta veces más contaminantes que un árbol joven con un diámetro menor a 30 cm.

Además, la aplicación de mecanismos de compensación puede crear una falsa ilusión de reparación. Los ecosistemas, junto con la fauna, la flora y su intrínseca diversidad genética, no pueden ser reemplazados con facilidad. A menudo, estos impactos se traducen en cifras monetarias y se convierten en simples transacciones comerciales, sin un verdadero replanteamiento de las estrategias empresariales para prevenir estos daños desde el inicio.

Los proyectos también afectan a las comunidades locales en las áreas de influencia. Dependiendo de la situación, estas comunidades pueden recibir indemnizaciones monetarias, ser integradas en las mismas actividades de compensación o ser reubicadas en otros territorios. A pesar de esto, tales esfuerzos pueden enfrentar resistencia y prevención si no se articulan correctamente y si no se tienen en cuenta las necesidades y expectativas de los actores involucrados.

En conclusión, no existe una solución universal para restaurar completamente la biodiversidad o resarcir el daño social provocado por ciertas actividades comerciales. Sin embargo, diferentes organizaciones nacionales e internacionales están revaluando el concepto de mitigación ambiental. Por ejemplo, los bancos de hábitat se presentan como un enfoque innovador en los mecanismos de compensación. Estos bancos permiten a las empresas invertir en la restauración y conservación de ecosistemas amenazados, bajo garantías técnicas, jurídicas y financieras. Este enfoque busca no solo una reparación simbólica, sino un verdadero cambio hacia la preservación de la naturaleza. No podemos conformarnos con la idea de simplemente empatar en esta partida. Se trata, más bien, de darle ventaja a la naturaleza, quien es, al fin y al cabo, la que nos sustenta.