La Nación
COLUMNISTAS

La contribución económica de las mujeres. Por Cecilia López Montaño

Nadie duda sobre el valor incomparable de “la madre”, especialmente en este país lleno de padres ausentes. Esa figura abnegada, generosa, amorosa, está en la mente de todos y todas no solo en Colombia sino en el mundo entero. Tener el amor y la devoción de hijos e hijas es un premio a esa entrega total de la mayoría de las madres del mundo. Hasta ahí nada nuevo que celebrar, y el 8 de Marzo se repetirán los reconocimientos por esa tarea insustituible, para muchos. Pero después de siglos de reconocimiento de su función como madre, las cifras son tan escandalosas que hasta el Banco Mundial que no es precisamente una institución feminista sino todo lo contrario, acaba de dedicar su Informe Mundial Anual a “la Brecha de Género.”  Cincuenta años en los cuales las mujeres, todas pero especialmente las latinoamericanas, han avanzado en educación, han reducido solas, el tamaño de la familia, y han ingresado masivamente al mercado de trabajo remunerado, hoy siguen discriminadas, sin acceso al poder, violadas y acosadas sexualmente y masacradas en el mercado laboral. Menores salarios a iguales o mayores capacidades y asumen desproporcionadamente el desempleo y la informalidad. El Banco y la revista The Economist, otro foco conservador, se hacen la pregunta correcta: ¿Por qué después de tantos esfuerzos de las mujeres, que además viven más que los hombres, continúa esta brecha de género, es decir esta injustificada desventaja de ellas frente a los hombres? Y concluyen acertadamente que en ningún país del mundo, hay equidad de género. Además, insisten en que mayor nivel de desarrollo no acaba ni reduce estas profundas desigualdades. El Banco concluye que la equidad de género debe estar en el centro del debate económico; que eso es buena economía. Pero en lo que se equivocan es en las causas y por consiguiente en las soluciones. La explicación para esta brecha recae en el no reconocimiento del gran aporte económico de las mujeres en todo el mundo: el cuidado de la familia y del hogar y la sustitución de un Estado ausente para bordar parte de estas tareas, tienen a las mujeres del mundo cautivas en una actividad que ni los gobiernos y menos los hombres, valoran y reconocen. Se trata de la llamada economía del cuidado. Por eso ellas no tienen tiempo de salir al mercado de trabajo remunerado como los hombres, por eso no pueden siempre tener la misma productividad porque al sumar el trabajo del cuidado más el remunerado todas las mujeres del mundo trabajan más que los hombres. En Colombia, cifras preliminares muestran que esta diferencia puede ser superior a las 12 horas semanales en promedio 48, mensuales, o se mas de una semana laboral mensual que  los hombres. La economía del cuidado que en un 80% hacen mujeres, sin remuneración- no se trata del servicio doméstico que devenga salario- tiene que repartirse entre: el Estado que debe asumir su responsabilidad con los niños, ancianos, enfermos e incapacitados; el mercado que puede, con controles estatales adecuados, utilizar mejor los millones de recursos asignados a ciertos cuidados, y generar empleo para hombres y mujeres. Y finalmente los empresarios que se lavan las manos en este tema además de los hombres y demás miembros de la familia. Así las mujeres, más educadas en promedio que los hombres, podrán tener la libertad de tener autonomía económica que solo la da el trabajo remunerado para el cual se prepararon, sin descuidar el cuidado que será asumido por el Estado, el mercado, los empresarios y los hombres. Pasar la economía del cuidado de la posición subvaluada e invisible que hoy tiene a ser parte de la economía real, es la revolución de un nuevo modelo de desarrollo con equidad de género. Colombia tiene la primera ley de América Latina para medirla y dar el paso de distribuir el cuidado. Tiene que liderar esta inmensa revolución. Este cambio puede significar agregarle al Producto Interno Bruto más del 20% con lo que esto significa en crecimiento, mas impuestos y mayor empleo. Solo así se cerrará la brecha de género que por fin preocupa al mundo.