La corrupción administrativa. Por Heriberto Carrera Valencia

Buena parte de los recursos públicos de Colombia se pierden en el pago de sobornos y el mal manejo de la contratación pública. A la vez, la lucha contra la corrupción no ha registrado mayores avances en los últimos años, sino que se han desbordado todos los cálculos delincuenciales. Los carruseles investigados en Bogotá, Cali, Medellín, Barranquilla y otras capitales y ciudades intermedias son repudiados por las gentes de bien. Igualmente, Los manejos dados en la aplicación del plan AIS, lo ocurrido en el DAS, las mega obras públicas inconclusas, los abusos con los fondos de regalías en la mayoría de los entes territoriales que venían recibiéndolos y otros hechos repudiables, llenan de  estupor al pueblo colombiano  que ve todos los  días como la  prensa denuncia la comisión de todo tipo de delitos contra la administración oficial, pues en forma inescrupulosa muchos servidores públicos, grandes, medianos  y pequeños, ejercen sus funciones en contra de los principios de transparencia, rectitud y celo. A muchos empleados se les olvida  que el desempeño de la función es para estar al servicio de la comunidad y no al revés. Además, eluden las normas que establecen que los bienes del Estado son para utilizarlos en beneficio de la sociedad en general y no para dilapidarlos, estrellarlos, desaparecerlos, hurtarlos o regalarlos, como suele acontecer ahora. Al lado de la corrupción, resalta el mal comportamiento de los llamados servidores públicos.  Todas las mañanas se escuchan por los diferentes noticieros las quejas de los inermes ciudadanos por el trato descortés, por el procedimiento injusto, por la altanería o por la desidia en  atender una justa reclamación por fallas en la prestación de los servicios públicos esenciales. En lugar de vencimientos de términos, ya sería hora de conocerse las sentencias condenatorias y los fallos de las entidades de fiscalización y control, al menos en los procesos que llevan varios años.  La corrupción administrativa y la impunidad, le han causado peores perjuicios al país que los mismos actos de la subversión y el narcotráfico.  Se eleva a billones de pesos el monto de los dineros birlados al Estado por funcionarios inescrupulosos. Ha llegado la hora de cambiar a Colombia. Esto debe ser un esfuerzo de todos para cumplir debidamente con los mandatos constituciones y legales vigentes.