La Nación
COLUMNISTAS

La eclesiofobia – Froilán Casas Ortiz

La palabra eclesiofobia viene de dos raíces, ambas griegas: eklesía=convocación, asamblea y fobia La palabra eclesiofobia viene de dos raíces, ambas griegas: eklesía=convocación, asamblea y fobia, que significa en primer lugar temor-miedo que puede extenderse a odio. El odio a la Iglesia pareciera que hubiese sido superado, pero en algunos queda un tácito o explícito odio. A los cristianos no nos perdonan ningún error. Es verdad y para vergüenza nuestra que en el nombre del Dios de los cristianos se han cometido atrocidades. Por esos errores del pasado, quienes nos odian quisieran vernos muertos, sobre todo a obispos, sacerdotes y religiosos. Pero hay que ver cuántos ministros ordenados y laicos comprometidos han ofrendado su vida por la causa del Evangelio. El hombre es ángel y es bestia. Excúseme decirlo, en la práctica ha sido más bestia que ángel. Con sólo mirar los campos de concentración que ordenó ese monstruo llamado Hitler, uno se queda sin palabras. Tantos genocidios que se han cometido, pero del que tenemos más registro es el de los inhumanos campos de concentración nazi. Uno no puede creer que el hombre haya llegado a tanto. Todo, consecuencia de haber alimentado el odio. No vayamos tan lejos, cuántos padres engendran en sus hijos el odio. Pregunto, ¿por qué los cristianos de hoy tenemos que responder por los errores de otros tiempos? En esa misma lectura habrá que odiar a los alemanes de hoy por las atrocidades que muchos de su pueblo cometieron en la era hitleriana; o, a los españoles actuales, por las crueldades de la conquista; o, que los judíos se dediquen a matar alemanes por las monstruosidades del holocausto; o, los conservadores y liberales, por las horribles matanzas de otrora; o, los de la etnia negra contra la blanca por la inhumana discriminación de antaño; o, la de los chinos contra los  mongoles por todas las crueldades de sus incursiones, hasta el punto de haber construido una muralla de miles de kilómetros para defenderse; y, podríamos seguir enumerando. En la historia de la humanidad ninguna religión ha sido tan perseguida como el cristianismo. El imperio grecolatino solo persiguió a dos grupos religiosos: los cristianos y los judíos. Cuánta sangre se derramó solo por llevar el nombre cristiano. Pero para qué extrañarnos, si el mismo Jesucristo fue cruelmente martirizado; el inocente, en medio de dos bandidos. ¡Qué paradoja! Dentro del universo de las persecuciones contra los cristianos, presento una muestra de las mismas: la terrible del imperio romano en tres momentos horrorosos, a saber: La de Nerón en el año 65; la de Decio en el año 250 y la más cruel de todas, la de Diocleciano en el año 304. Todo el norte de África y el cercano Oriente eran cristianos, ¿ahora qué son? Durante la “sho’ah” o masacre judía, ¡cuántos cristianos de las Iglesias históricas derramaron su sangre! Esos datos muchos los desconocen. Del pasado que respondan los del pasado. Nosotros responderemos por el presente y cada uno debe responder por sus actos. Un árbol no puede opacar la riqueza del bosque. Por favor, reconciliémonos con el pasado para poder avanzar hacia el futuro siendo constructores de paz. *Obispo de Neiva