La fiesta opita

Entender la fiesta opita obliga a una rápida ojeada a la cronología de los festejos populares desde la época prehispánica hasta la contemporánea, pues cada una de ellas le ha aportado al concepto de huilensidad importantes y valiosos insumos.

De la época prehispánica dan cuenta los Relatores de Indias, ente ellos, Fray Juan de Santa Gertrudis, quien en una de sus crónicas relata de manera coloquial, como las comunidades nativas celebraban la fiesta del sol, danzando, cantando, comiendo y bebiendo hasta enloquecer, culminando la fiesta con chapuzones en ríos o quebradas. Sin lugar a dudas estas trazas de la fiesta aún son evidentes en el ADN de la fiesta opita.

Pero tal vez, es de la época de la colonia donde se encuentra el mayor acervo bibliográfico, especialmente cuando se habla de las costumbres de la hacienda ganadera, un hito socioeconómico que ha marcado el desarrollo nacional, y particularmente del territorio huilense, modelo que permanece vigente y ocupa el primer lugar de las apuestas productivas del Huila.

Se dice entonces que, vecinos, amigos y compadres se reunían para las fiestas de San Juan a preparar el delicioso asado huilense, los amasijos, mistelas y resacados, al tiempo que rasgaban tiples y guitarras para cantar y danzar bambucos y rajaleñas, todo un acontecimiento que iniciando en San Juan, terminaba en San Pedro, y en ocasiones se agregaban otros dos santos, Churumbelo y Churumbelito.

El jolgorio despertó el entusiasmo de un grupo de amigos neivanos, quienes identificaron en esta tradición una oportunidad para convocar al país a visitar la ilustre ciudad de Neiva con el propósito de compartir el festejo, hoy se puede inferir que, este grupo de paisanos visionó la capital de los opitas como una ciudad de eventos, reconociendo que su visión ha logrado trascender por seis décadas, siendo hoy el único evento posicionado en el ámbito nacional.

El deseo de estos amigos tomó vida institucional el primero de diciembre de 1959 mediante la Ordenanza Número 44, acto administrativo que creó el “Festival Típico del Huila”, facultando al Gobernador a inscribirlo en el “Calendario Turístico Nacional”. No contentos con el logro alcanzado, a los ilustres paisanos se les ocurrió engalanar la fiesta con la presencia de reinas, de ellas accedería al título de Reina Nacional del Bambuco la que mejor interpretara el armónico ritmo musical, evento que se institucionalizó a través de la Ordenanza Número 64 de 1961.

Si bien el evento catapultó a Neiva como una ciudad fiestera, convirtió a los huilenses y particularmente a los neivanos de actores a espectadores de sus tradiciones folclóricas, pues, el Departamento soportado en los Actos Administrativos ya mencionados, asumió el rol de organizador y patrocinador de la fiesta.

Posteriormente, por gestión del gobierno departamental del Huila con el colectivo de parlamentarios opitas, logró que se declarara como Patrimonio Cultural de la Nación el Festival Folclórico, Reinado Nacional del Bambuco y muestra Internacional del Folclor; declaratoria que se plasmó en la Ley 1026 del 1ª de junio del año 2006.

En el ámbito local, resulta oportuno mencionar que, el municipio de La Plata documentó su acervo cultural y especialmente sus tradiciones folclóricas, logrando que la Gobernación del Huila mediante la Resolución 0238 del 20 de junio del año 2019 declarara la manifestación cultural “Festival Folclórico Sampedrino del Municipio de La Plata” como Patrimonio Cultural del Departamento del Huila y ordenó su inscripción en la lista representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial del ámbito departamental y aprobó su Plan Especial de Salvaguarda.

A pesar del nutrido acervo legal que le asignó al gobierno departamental la organización de los eventos institucionales, la fiesta popular sigue viva, y si bien, en los años 2020 y 2021 la pandemia del Covid-19 no permitió su realización, los opitas en la intimidad familiar tunaron con exquisitos bocados de asado huilense, bizcochos, aguardiente, mistelas y por supuesto bailando al ritmo de bambucos, sanjuaneros y música contemporánea.

Este 2022 revivió la fiesta oficial, Gobernación y Municipios organizaron sus programas complementando los contenidos folclóricos con los reinados; pero, la nota la han marcado las empresas, instituciones educativas y comunidades que de su propio peculio han dado rienda suelta a los famosos “San Pedritos” al interior de su ámbito social  con menos exposición al público, esto es, suprimiendo los tradicionales desfiles vehiculares, resaltando que de manera independiente empresas de transporte y operadores turísticos ofertan las “chivas rumberas” como un servicio al público que se goza la vuelta al pueblo bailando y tomando sus anisados.

¡Qué viva la fiesta opita!

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