La Nación
COLUMNISTAS

La guerra como parte del paisaje

Los colombianos nos hemos acostumbrado a la guerra, el conflicto armado se ha mantenido por décadas en nuestra historia y aunque en su momento nos hemos estremecido con las oleadas de violencia, como la tragedia del Palacio de Justicia; ataques a infraestructuras petroleras y energéticas; quema de buses y camiones; carros bombas; asesinatos, desapariciones forzosas, masacres, secuestros, torturas, violencia sexual, minas antipersonal y toda una serie de agravios contra las víctimas del conflicto, persiste en algunas zonas del país la guerra; por falta de presencia del Estado, por complicidad, temor, porque la gente es obligada a mantener lealtad al grupo que domina la región, por conveniencia o un interés particular.

La guerra es perversa y sucia por dondequiera que se le mira, es una realidad anclada en nuestro presente que ha cobrado miles de vidas; los sobrevivientes sufren en soledad el olvido del Estado; la ley del silencio impide la denuncia; se ha perdido la fe en las instituciones, en las comunidades; la desconfianza se ha vuelto el pan nuestro de cada día.

Por ello ningún de nosotros debe sentir la guerra como un asunto ajeno a su vida o su entorno. La guerra merece una profunda reflexión, un cambio de mentalidad y actitud; no verse como una simple expresión de la delincuencia. Para que desaparezca la guerra, es preciso que las personas encontremos soluciones asertivas a nuestros conflictos; que las familias se establezcan sobre vínculos de amor, tolerancia y perdón; que los hijos sean educados en valores y se les garantice un entorno que promueva su salud mental; que se luche contra un sistema basado en la explotación, la superioridad, la desigualdad, el sexismo, el racismo; que se generen microempresas y se faciliten los créditos para expandirlas.

La guerra no debe verse como una simple expresión delincuencial, ésta solo trae muertes y desolación; no podemos vivir en un país donde los jóvenes callen sus voces y sus propuestas, donde la tierra sea utilizada para la siembra de cultivos ilícitos, donde sustancias alucinógenas sean fácilmente adquiridas por los niños; donde las familias no cuenten con espacios saludables para compartir y aprovechar juntos el tiempo libre ni donde la corrupción sea la manera de prosperar.

Por décadas la guerra ha dejado desolación, odios y olvidos; es tiempo de deponer las armas, aunar esfuerzos para decir al unísono no a las Guerras, no a la Violencia, no a los Conflictos, no a la Muerte; SI A LA VIDA, SI A LA PAZ