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La homosexualidad del poder – Alexander Molina Guzman

Barack Hussein Obama II, no sólo se convirtió en el primer afroamericano en conseguir la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica Barack Hussein Obama II, no sólo se convirtió en el primer afroamericano en conseguir la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica, también se convirtió en el primero que logra la reelección. Hay que reconocer que pasará a la historia por este logro, por nada más. Pero, a propósito de hechos históricos, hubo un suceso que quedó opacado por el brillo de Barack Obama: Tammy Baldwin se convirtió en la primera mujer abiertamente homosexual que ha sido elegida como senadora de los Estados Unidos, por el estado de Wisconsin. Y esto no es un hecho aislado. Los estados de Maine, Washington y Maryland, votaron a favor de que las parejas homosexuales legalmente se casen. Para corroborar que estos acontecimientos no son aislados, hay que recordar que Tammy Smith, también abiertamente homosexual, hace un par de meses fue ascendida a General de Brigada en el Ejército de EE.UU.  Sin duda, sistemáticamente, en el poder político y militar del imperio norteamericano los homosexuales están ganando espacio, demostrando que tienen las capacidades para llegar a los más altos cargos y sin que su homosexualidad siga siendo un obstáculo para este ascenso; además, es una muestra de civismo de los electores y de las instituciones, al confirmar que sí se puede ejercer la ciudadanía en contra de los prejuicios homofóbicos. Pues bien, muchos de los que dirigen la política colombiana, y quienes aspiran a hacerlo, deberían seguir el ejemplo de Tammy Baldwin y Tammy Smith. Es decir, deberían salir del closet y asumir enteramente su homosexualidad sin ningún pecado, pues el ejercicio del poder requiere de dirigentes honestos consigo mismo y con los ciudadanos. El pecado sería que sigan escondiéndose entre falsos matrimonios o relaciones heterosexuales; no sigan engañándose a sí mismos, no engañen más a su pareja  y no le mientan a la ciudadanía. Se haría mejor frente a la homofobia, si ustedes le ponen el pecho a la brisa como son realmente; pierdan el miedo y salgan al ruedo, los verdaderos ciudadanos los comprenderán y la Constitución les garantizará el libre desarrollo de su personalidad ¡Ustedes lo saben! ¿Qué dirá la Iglesia? Pues ya sabemos que va a decir, eso no es nada nuevo. Ojalá, que también muchos de los homosexuales escondidos entre sotanas salgan de esa cárcel tortuosa y asuman su naturaleza. Y que igualmente, los militares dejen el arte de mimetizar su condición de homosexuales ¡Rompan filas! Pónganse firmes frente a lo que son y no sigan secuestrados como heterosexuales; si siguen así, seguirán siendo un “falso positivo”. Porque no está escrito, ni puede estarlo, que el poder sea sólo para los heterosexuales.