Han sonado las alarmas en la Casa de Nariño ante el descenso de la popularidad del presidente de la República, Juan Manuel Santos, transcurridos veinte meses de su gobierno, al igual que los indicadores de satisfacción de la gestión del mismo mandatario, el cumplimiento de sus promesas y el manejo de algunos temas sensibles como el desempleo. Han sonado las alarmas en la Casa de Nariño ante el descenso de la popularidad del presidente de la República, Juan Manuel Santos, transcurridos veinte meses de su gobierno, al igual que los indicadores de satisfacción de la gestión del mismo mandatario, el cumplimiento de sus promesas y el manejo de algunos temas sensibles como el desempleo. Según el sondeo realizado por la firma Ipsos-Napoleón Franco para varios medios de comunicación nacionales, en noviembre del año pasado la favorabilidad de Santos era del 64% y ahora bajó a 58%, en tanto que la aprobación de la gestión de gobierno cae del 60% al 52%. Lo que resulta a todas luces inquietante para el Presidente y su entorno, es que estas cifras se registran en momentos en que se reclaman actos y hechos notoriamente favorables para su desempeño: la Cumbre de las Américas, en donde fue anfitrión de 30 jefes de Estado y de la pesada empresarial del continente, en el evento diplomático más importante que ha tenido Colombia en toda su historia; la entrada en vigencia del TLC con Estados Unidos, su portada en la revista más importante del mundo, Time, destacándolo como uno de los estadistas emergentes, entre otros. Pero la encuesta no solo no presenta un aumento de su popularidad sino que deja en el aire un descenso que para muchos es desconcertante. ¿Cuál puede ser la explicación de este fenómeno? Mientras los santistas se preocupan y los uribistas se regocijan, sobran las especulaciones. ¿Poca ejecución presupuestal? ¿Programas sociales frenados? ¿El lío del nuevo régimen de regalías? ¿Imagen de un Presidente más conectado con las élites que con el pueblo? Y a esto se suma desde luego los efectos que ha comenzado a gestar la cuestionada ley de regalías, que le arrebató a las regiones productoras un derecho, y llenó de falsas expectativas a otras regiones, con recursos que nunca llegarán. Son muchas las variables que se pueden ensayar, y que seguramente el equipo del Primer Mandatario debe estar analizando a fondo para virar hacia donde los vientos sean más favorables. En todo caso debe sopesarse el carácter y la personalidad de Santos ante momentos difíciles. Vale detenerse, de todas maneras, en otros mensajes que lanza la encuesta: la favorabilidad de los colombianos respecto a un eventual diálogo de paz con las Farc aumentó a 53%, frente a 47% que lo respaldaba en noviembre de 2011. Este indicador marca otra tendencia significativa y puede abrir caminos. Y en este campo, el gobierno no ha definido una clara política de paz. El Presidente está en apuros, y es allí donde se le medirá su real nivel de estadista y líder. “Lo que resulta a todas luces inquietante para el Presidente y su entorno, es que estas cifras se registran en momentos en que se reclaman actos y hechos notoriamente favorables para su desempeño”. Editorialito El alcalde de Neiva Pedro Hernán Suárez pidió facultades para poner en marcha un severo programa de restructuración administrativa para corregir los ‘entuertos’ que heredó de su antecesor. Una medida sana para modernizar la administración pero también para desmontar la burocracia en varias entidades.