La importancia de la promesa

La campaña del año 2022 que llevó a Gustavo Petro a la presidencia generó un cambio importante en la sociedad colombiana. Se volvió a poner en el centro del debate la discusión en torno a la justicia social, la igualdad y la garantía de los derechos fundamentales para toda la ciudadanía. Los colombianos dialogaron en torno a las promesas incumplidas de un modelo tradicional que durante décadas generó concentración de la riqueza y del poder político. Amplios sectores han estado excluidos, marginados por condiciones de pobreza y de violencia, mientras las clases dirigentes han favorecido a los emporios empresariales nacionales e internacionales.

La victoria del Pacto Histórico, fruto de fuerzas acumuladas por las movilizaciones sociales de los últimos años, significa una ruptura no solamente porque es la primera vez que la izquierda llega a la Casa de Nariño tras años de ser exterminada por las élites tradicionales, sino porque la promesa de una sociedad más justa ha sido aceptada por sectores con diversas posturas ideológicas. Con el discurso de la izquierda progresista se identificaron ciudadanos que habían sido más cercanos a las derechas y que en esta ocasión asumieron la propuesta de un cambio para equilibrar el acceso a los derechos que se han convertido en un privilegio al que acceden los más adinerados. Este hecho nos indica que el pueblo colombiano ha avanzado en términos de conciencia social, se ha vuelto un poco más exigente con sus gobernantes y espera que los compromisos adquiridos se conviertan en realidad. Las acciones del Gobierno deben ser tangibles y hacer parte de la cotidianidad de las personas. Si bien es cierto que el sistema burocrático posee barreras constituidas durante década de dominio del poder político y económico, las acciones de la actual administración deben demostrar capacidad de gestión y de ejecución.  La victoria del primer gobierno de izquierda evidencia una transformación en la conciencia del pueblo que lo lleva a estar más vinculado al debate político.

En este momento es necesario entender que cada ciclo político es susceptible de entrar en una etapa de desgaste que puede ser aprovechado por grupos que se han visto desplazados. Hay experiencias exitosas de estabilidad de un proyecto político como el caso de México con la victoria de Claudia Sheinbaum y otras más pendulares como el caso de Argentina donde los desastres de la derecha le abren paso a la izquierda y viceversa. En Colombia, la ciudadanía continúa a la expectativa. Si bien el gobierno actual ha avanzado en algunos temas fundamentales, debe activar el acelerador en lo que le resta de tiempo.

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