La inseguridad que golpea con fuerza a varias ciudades del país, entre ellas Neiva, ha generado durante las últimas semanas un gran debate en torno a las medidas que se deben adoptar para hacerle frente de manera real a esta problemática.
El asunto hace rato dejó de obedecer a una cuestión de percepción. Los homicidios y los hurtos en todas sus modalidades están disparados. Las escenas de delincuentes armados incursionando en lugares públicos se volvieron cada vez más frecuentes en las redes sociales y los medios de comunicación.
En el caso de la capital huilense, hay un episodio que, con los asaltos a mano armada, contribuye al clima de inseguridad: el sicariato. Recurrentemente, sicarios en moto incursionan en Neiva, asesinan y huyen con rumbo desconocido. Varios de estos casos se han presentado por ajustes de cuentas entre bandas de delincuentes.
¿Qué hacer? Desde el Gobierno Nacional se está anunciando un proyecto de ley que mitigues factores como la reincidencia de delincuentes, el uso de armas traumáticas o de fogueo y las agresiones a servidores públicos. “Vamos a tipificar que el arma traumática tenga las mismas reglas que se le aplicaría a un arma de fuego, eso quiere decir que las personas tendrían que aplicar a porte, uso y servicios especiales”, es uno de los anuncios recientes hechos por el ministro de Defensa, Diego Molano.
Políticos, dirigentes y expertos han dicho además que se requiere incrementar el pie de fuerza de la Policía y que el servicio que presta la institución sea más eficiente. Para vergüenza de la Policía, sobresalen casos como lo que está ocurriendo en una zona turística entre los municipios de Rivera y Campoalegre, en donde se volvieron frecuentes los atracos a mano armada. Las víctimas de esos hechos han quedado a merced de los delincuentes porque entre la Policía Metropolitana de Neiva y el Departamento de Policía Huila se ‘tiran la pelota’ y nadie atiende los casos.
La inseguridad es un asunto que comprende muchas aristas. Lo importante es que se aborden cuanto antes. La ciudadanía no aguanta más.