La región de Íquira, Pacarní y Río Negro, ubicada en el occidente del Huila, después de muchos años de haber encontrado la paz, viven hoy en medio de la zozobra tras los últimos hechos que han alterado la tranquilidad de sus moradores. LA NACIÓN llegó a la zona donde en menos de un mes han quemado tres vehículos del servicio público.
“Tienen dos minutos para bajarse del carro tiren los celulares, somos del frente 17 ‘Angelino Godoy’ de las Farc, vamos a quemarle el carro”. Esas fueron las palabras de varios encapuchados cuando hicieron bajar a todos los pasajeros que salieron de Neiva con destino a Río Negro, Íquira, la tarde del 10 de septiembre, a pocos minutos de haber salido del centro poblado de Pacarní.
Desde entonces una constante zozobra permanece en el ambiente de las poblaciones de Íquira, Pacarní y Río Negro, este último ubicado en la cordillera central en límites con el departamento del Cauca.
LA NACIÓN, llegó hasta estos apartados lugares donde, la naturaleza es un espectáculo para la vista y sus moradores están divididos entre ‘blancos’ o mestizos e indígenas paeces, estos últimos asentados desde hace cerca de 20 años cuando llegaron a estas tierras desplazados por la avalancha del Páez, que cobró ciento de vidas.
Muchos se rehúsan a hablar por temor represalias. Según ellos aunque desde hace cerca de 10 años que no se nota la presencia de grupos armados al margen de la ley, saben que están en todas partes.
“Convivimos con ellos, están bajando constantemente, ya no armados como años atrás, la milicia existe y permanecen por acá”, fueron las palabras de un habitante del municipio de Íquira, el tercero más grande en extensión y población del occidente del Huila, después de Palermo y La Plata.
Sus habitantes a metros desnudan de pies a cabeza al visitante, tal vez su instinto de desconfianza y temor les ha dado la sagacidad para reconocerlos.
El hecho más reciente fue la quema de un bus de servicios especiales el pasado 19 de octubre, a tan solo 4 kilómetros del casco urbano. Se conoció que seis hombres encapuchados interceptaron el vehículo e hicieron descender al dueño para prenderle fuego.
“A pesar de que Íquira, es un pueblo tranquilo, hay cierta tensión en el ambiente, no sabemos quién está detrás de estos actos de terrorismo, no hace mucho algunos habitantes fueron objeto de llamadas extorsivas, no sabemos si los responsables sea la guerrilla o delincuencia común”, señaló Darwin Hernán Leiva, alcalde de la población.
El miedo
Alfredo Cotetoco, es un indígena natural del Páez, Cauca, quien llegó hace 20 años a la región de Río Negro, nos lo encontramos esperando uno de los dos únicos buses que tienen ruta para ese sector.
Según él, la seguridad está algo normal, “pero no andamos en paz, siempre hay temor, para mí no es tanto, para los blancos es más complicado. Grupos armados ilegales ya no se ven como hace unos 10 años pero sí permanecen las milicias. Hasta el momento el transporte está normal, aunque por la quema de los buses, hay temor”.
Algunos transportadores siente temor realizar los recorridos diarios, por miedo a que les quemen sus carros.
“A los propietarios de los buses ahora les da un poco de miedo, hay zozobra y si eso continúa el día de mañana no tendremos como movilizarnos y mucho menos sacar nuestros productos, los cuales llegan hasta Pacarní, La Plata y Neiva”.
Para el aborigen, la presencia de la Fuerza Pública casi no es constante, afirma que ahora se ve Ejército, a raíz de la última quema del bus en la vía Íquira – Yaguará y que en unos días no los volverán a ver.
“El que saque un celular se muere”
Una sentencia de muerte, fue la que los encapuchados le dictaron a los ocupantes de la buseta de propiedad de Floro Roa, el popular ‘Lolo’, quien lleva conduciendo por la misma trocha desde hace 45 años.
Esa tarde según ‘Lolo’, la buseta iba con 12 personas y en la bodega llevaba el mercado.
“La quema del primer vehículo ocurrió el 10 de septiembre, gracias Dios no hubo lesionados. Acá solo hay dos busetas que suben por la tarde, siempre la que viene de La Plata le da pasajeros para la que va a Río Negro, ese día venía era mi sobrino el que estaba manejando el carro, yo me quedé ayudándole a la mujer a vender empanadas, cuando recibí una llamada de él, le dije qué pasó, respondió que le habían metido candela a la buseta”, narró Floro Roa, mientras saborea una taza de café.
De acuerdo con el testimonio de algunos pasajeros, los encapuchados, les dieron la orden de arrojar los teléfonos celulares debajo del carro.
“Eso fue de rapidez no hubo mucha charla no hubo nada. En la parte de adelante llevábamos dos llantas nuevas, en la bodega iba remesa, miel de purga, comida para los animales. En lo que se llevaron con la remesita, llanta, un televisor plasma que una señora llevaba nuevo, una máquina de coser, la pérdida ascendería a los 10 millones de pesos, fuera del valor de carro”, explica ‘Lolo’.
La buseta está afiliada a la empresa Flotahuila, pero hasta el momento la empresa no le ha dicho nada a su propietario.
“Fui hasta allá donde el gerente y le dije, patrón cómo es la musaraña, usted se está comiendo la plata y no está arreglando con ellos. El tipo me dijo a mí no me han dicho nada – eso es mentira que en este país digan que no le aportan a la guerrilla”.
¿Quiénes son los responsables?
“La guerrilla no es, eso tienen un 50 por ciento de envidia, llevo 45 años trabajando por esta trocha que diga que no conozco a la guerrilla se llamaría una mentira, que no la he cargado es otra mentira, uno los tiene que cargar porque le salen a uno le dicen quieto, somos tantos, llévenos hasta tal parte, uno lo tiene que hacer. Ese día estaban encapuchados, la guerrilla no usa eso, siempre dan la cara”, es la conclusión a la que llega ‘Lolo’, mientras completa dos meses con los brazos cruzados sin poder trabajar.
Ley del silencio
José Heber Medina, presidente de la Junta de Acción Comunal del centro poblado de Pacarní cree que falta mayor acompañamiento de la Fuerza Pública.
“Los habitantes de Pacarní, si dejamos notar nuestra preocupación, pero no tenemos dónde acudir. Lo cierto es que el orden público está alterado. Ya van dos busetas quemadas, como presidente de la junta, nunca ha venido un miembro de la fuerza pública que nos haya dicho que van a quedarse o van a estar por un tiempo”.
“Como se ve la situación uno se abstiene de preguntar o ingerir en el tema. Toca seguir con la ley del silencio, ‘veo y callo’. No es de desconocer que hubo un oleaje de llamadas telefónicas, donde extorsionaban, acá cayeron varios. Pero nos queda la incógnita de quiénes sean”.
Según el coronel Ariel Vargas, comandante de la Novena Brigada, la Fuerza Pública, sigue haciendo presencia en esta zona, con puestos de control permanentes.
En menos de un mes tres vehículos del servicio público han sido incinerados en esta zona del occidente del Huila.
“Independientemente de toda esta labor buscamos la solidaridad de los campesinos, ellos son quienes pueden denunciar la presencia de personas extrañas, de personas que se muevan por estas vías quienes desafortunadamente han incinerado algunos vehículos”.
El alto oficial dijo que se están recopilando testimonios de personas que estuvieron presentes en estos hechos, “la misma gente expresa que duda mucho de la autoría de grupos guerrilleros y más bien se trataría de delincuencia común. Hemos evitado la entrada de estos grupos que quieren volver a hacer presencia en estos lugares”, concluyó el coronel Vargas.
Imágenes como está han vuelto a aparecer en las paredes de algunas viviendas.