Por cuenta de la Nochebuena, la celebración católica que conmemora el nacimiento del Niño Dios, los hogares tienen hoy 24 de diciembre un espacio para reunirse, compartir, intercambiar regalos, comer, beber y hasta bailar.
Se trata de una hermosa tradición antecedida por el ambiente de alegría que propicia la época decembrina con sus alumbrados, la música de las emisoras, los juegos y los arreglos navideños que adornan fachadas de casas y templos y vías.
Es, en efecto, una linda celebración que hombres, mujeres y niños se esmeran por mantener vigente. Ni la pandemia, que cobró miles de vidas y limitó el contacto físico, pudo acabar con esta iniciativa que simboliza integración y unión familiar.
La Nochebuena de hoy, víspera de la Natividad del Señor, debe representar una nueva oportunidad para renovar los votos de integración y unidad de los hogares, tan duramente golpeados por los problemas económicos, los conflictos y las peleas intrafamiliares, la violencia sexual, las enfermedades de salud mental y los peligros de las redes sociales, entre otros.
Esta también es una oportunidad para tomar conciencia y que los hogares le digan de una vez por todas adiós a la pólvora. Lamentablemente, esta práctica sigue cobrando no sólo vidas sino amputaciones y lesiones de por vida tanto en adultos como en niños. No es justo que a un niño o una niña se le arruine su existencia por la explosión de un ‘tote’ o un ‘volcán’.
Así mismo, es una ocasión propicia para compartir en familia, pero sin los excesos del alcohol y de las sustancias peligrosas. Por cuenta de la desaforada ingesta de bebidas alcohólicas, se siguen apagando muchas vidas en accidentes de tránsito y riñas.
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