Alexander Molina Guzmán
Otro paso que quedó en firme para garantizar impunidad en el marco del proceso de paz que se originó con las Farc, fue la decisión de la Corte Constitucional de emitir un fallo que favoreció a la clase empresarial de este país. El fallo dice que “los terceros”, los no combatientes dentro del conflicto armado y que directa e indirectamente financiaron a uno u otro grupo armado ilegal, no podrán ser llevados de manera forzosa a la Jurisdicción Especial para la Paz; que podrían ir de manera voluntaria. En plata blanca, irán si se les da la gana. Es decir, ya quedaron blindados los empresarios y pasarán de acache en materia penal, así la verdad verdadera diga de qué manera fueron participes directos e indirectos de tantas atrocidades que se cometieron dentro del conflicto armado. Porque mediante el Decreto Presidencial 588 del 2017, se organizó la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la no Repetición, pero quedó claro que el trabajo de esta comisión no servirá para la imputación penal contra nadie. Mejor dicho, tal vez en el documento final que entregue esta comisión de la verdad sepamos realmente cómo participaron “los terceros” en la dinámica del conflicto armado…Pero nada más. Quedará para la historia del conflicto armado su participación, pero sin ningún efecto penal en su contra.
Y el ansia de ganarse la impunidad que otros se “merecen”, radica en que como los procesos de paz en el marco de un conflicto armado implica impunidad para el que se desarma y entra a la legalidad civil y democrática, en este caso las Farc, los que ayudaron a financiar la guerra de esos grupos armados, llámense Farc o paramilitares, quieren también su cuota de impunidad. Ni más ni menos, sí llegamos a una verdad de a puño: la paz no es gratis. La paz tiene un costo. Y desde el punto de vista de la tal “verdad, justicia y reparación”, el costo es que haya verdad sin justicia y, por ende, sin reparación (Verdad: Que muchos empresarios sí financiaron el conflicto armado y la creación de paramilitares. Justicia: Que no sean castigados penalmente por eso. Reparación: Que no reparen nada, que se queden incluso con tierras de campesinos que fueron desplazados y desterrados, bajo el cuentico que estas fueron adquiridas de “buena fe”).
Bien, y así podemos llegar a una conclusión: La paz está gusaneada. Y ese gusano que se la come a mordiscos se llama impunidad. Y los empresarios ya ganaron la suya, con el sello de la misma Corte Constitucional.