La Nación
COLUMNISTAS

La paz empieza en el campo

La humanidad podría llegar a 10.000 millones de habitantes en el 2050 y debido al crecimiento de las clases medias, la demanda de productos alimenticios aumentará en un 50%. Con este panorama, Colombia es un país privilegiado por sus climas y variedad de productos agrícolas. Hay que impulsar el desarrollo agrícola, subsidiar al pequeño y mediano agricultor y establecer normas claras y estables para la agricultura extensiva. También racionalizar la distribución de la tierra y su buen uso. En Colombia hay 22 millones de hectáreas aptas para la agricultura, de las cuales se cultivan 5. Hay 17 millones de hectáreas disponibles para la despensa nacional e internacional.

Hace 51 años, se instituyó el primer domingo de junio para honrar al hombre del campo. Pero el “día del campesino” pasa desapercibido y lo triste es que hay muy poco para celebrar. Hoy el Estado no sabe cuántos campesinos hay; no solo porque unos 6 millones han sido desplazados, sino porque como el campo no es rentable, se está quedando solo y el “productor agrícola” se va a engrosar los cinturones de miseria de las grandes ciudades, para vivir del rebusque. Definitivamente  el verdadero “Gran Colombiano” es el abnegado y sacrificado campesino, que le ha tocado luchar contra la violencia y el terrorismo guerrillero, paramilitar y bandas criminales, el reclutamiento de sus hijos, el desplazamiento, el despojo de sus tierras, el TLC, los caminos de herradura donde transitan la pobreza y el olvido. Este gran colombiano hoy está en crisis. A los agricultores se les cayó el cacao y las papas, tienen la cebolla blandita, los cafeteros no tienen para la panela y los paneleros no tienen para el café y los lecheros están como el ternero.
En el campo se trabaja a pérdida, no hay la salubridad esperada. Hay roya, sigatoka negra que le da al campesino en el plátano; hay chikunguña, dengue, desnutrición, guerrilla, narcotráfico, minería ilegal y secuestros.

Señores Negociadores de las Farc, los soldados y guerrilleros son lo mismo: jóvenes humildes y desempleados, que son reclutados para una guerra demencial y fratricida, que sufre la Colombia rural, la de las regiones abandonadas. Tenemos tierra suficiente para sembrar, pero el uso del suelo y la tecnificación agrícola son ineficientes; por eso hay que importar el 30% de los alimentos que consumismos. Tanto las exportaciones como la seguridad alimentaria, son razones para tecnificar e incrementar la baja productividad de la agricultura. Definitivamente la paz y el posconflicto empiezan en el campo.