A propósito de la canción que lanzaron los reguetoneros Karol G, J Balvin, Feid, Maluma, Ryan Castro, Blessd, y otros, llamada “+57”, me acordé de otro que se llama Arcángel. Este señor dio una entrevista el año pasado en la que reconocía que este género es uno de “los más pobres que existen en la historia de la música”.
Qué buena confesión. ¡Por fin! un reguetonero acepta la pobreza de su “música”. Y es cierto, en términos generales, el reguetón no es música que se toque, ni sus letras son sesudas. No. Como lo dijo “Arcángel”: “Si hablas y te mueves bien o te vistes cabrón, tienes comida en el reggaetón”. Ahí está. Lo importante no es que canten bien, ni que toquen unos instrumentos, pues todo eso se los fabrican. Lo importante es la fachada, la pinta que visten y la vida extravagante y de excesos que muestran.
Pues la canción +57 (indicativo de Colombia para llamadas internacionales), que causó polémica, le sigue dando razón a los que dicen que el reguetón es lo más malito de los géneros musicales. ¿Y por qué causó polémica? Porque además de que es el mismo sonsonete de instrumentalizar a las mujeres, de rendirle culto al alcoholismo, a la drogadicción, a la prostitución… metieron en su cuento a menores de edad.
Y con toda la crítica que les llovió por decir en la letra: “Una mamacita desde los fourteen” … decidieron cambiar fourteen (14) por eighteen (18). Pero como entre gustos sí puede haber disgustos, el tal Blessd y Ryan Castro salieron a decir, con su tonito y grosería de gamincitos, que les importa cinco lo que piensen de ellos. Eso también es cierto. A este tipo de “artistas” les vale cinco lo que piensen de ellos.
Porque lo de ellos no es ser modelos para la sociedad, ni educar a nadie; ni siquiera intentan ser críticos sociales, políticos o culturales. No. Lo de ellos es mostrar en sus pobres letras las bajezas puras y duras en las que andan. Y como en este mundo tan abierto y demencial del “entretenimiento” hasta esas bajezas se venden, se hace plata con eso, pues hay que producirlas, enlatarlas y lanzarlas a esa pobre masa que consume hasta basura. Pero así es la democracia y la distorsionada idea del “libre desarrollo de la personalidad”: si el objetivo es conseguir plata, es lo mismo ser misionero que reguetonero. ¿Sí, ven? Me salió un verso grosero y fácil, como lo haría un reguetonero.