Hace años que en Colombia está bajando la tasa de natalidad, el número de nacidos vivos por cada 1.000 habitantes. Se afirma, entre otras cosas, que los jóvenes no quieren tener hijos y prefieren las mascotas, sin discutir la veracidad de tal versión, deben considerarse las implicaciones de esa disminución.
Lo primero, como es obvio, es que hay menos niños para educar, generando una afectación en el número de cupos necesarios en las instituciones educativas públicas y privadas, hasta el punto de que se han cerrado 769 colegios privados en los últimos dos años. El impacto también se siente en las universidades que han tenido que ajustarse al número de alumnos que solicitan su ingreso a ciertos programas, modificando, por ejemplo, la periodicidad del inicio de estos de semestrales a anuales.
Según algunos expertos en el tema, Bogotá comenzará a crecer negativo en 2035, es decir, morirán más que los que nacen, y Colombia en el 2050. Otros consideran que estaremos creciendo negativamente antes de los años antes mencionados.
Otra consecuencia que veremos en algún momento es que no tendremos suficiente mano de obra en algunas áreas, afectando severamente la productividad del país, principalmente en sectores como la agricultura que necesariamente tendrán que evolucionar a la automatización de los procesos o desaparecer algunos cultivos en los cuales Colombia es potencia.
Sumemos también que la esperanza de vida está aumentando, o sea que tendremos más viejos con enfermedades crónicas, lo cual impacta en la seguridad social como pensiones y salud, porque su financiación es a través de cotizaciones de los trabajadores formales, en un país donde la informalidad laboral es cercana al 60%.
Esta situación la están viviendo desde hace algún tiempo los países escandinavos y Canadá, que diseñaron programas para atraer profesionales jóvenes de otros países con el fin de tener cubierta la demanda laboral que mantenga la productividad. Para dar respuesta a esos retos de la transición demográfica se requiere una política de Estado que trascienda en varios periodos de gobierno, en otras palabras, es un tema de estadistas, de quienes analizan y planean las decisiones para que su impacto se mantenga más allá de la coyuntura en que gobiernan.
No va a ser nada fácil en Colombia afrontar la situación de no tener suficientes jóvenes para sostener viejos, eso no preocupa a los gobernantes actuales, finalmente el golpe se va a sentir en varios años, y si ahora no se sienten responsables de sus malas decisiones, menos lo harán por no haber hecho nada por una situación que aún no se siente.