Las fiestas del San Juan y San Pedro en Neiva han pasado por otro escándalo absolutamente innecesario. La reciente protesta de los canoeros con una lancha en plena vía del centro de la ciudad, obstaculizando el tráfico vehicular por varias horas, es un episodio que se pudo haber evitado.
El desfile acuático con las candidatas al Reinado Nacional del Bambuco es una actividad ya tradicional en el marco de las festividades sampedrinas. Los historiadores dan fe de ello. Surgió y ha sido vista así como la invitación a los neivanos a darle la cara al río Magdalena.
El historiador Reynel Salas Vargas cuenta que “cuando se establecieron las fiestas aquí de manera oficial a partir de los años 60, había dos actividades, la primera, era una competencia acuática para demostrar la habilidad de las personas en el manejo de las canoas y balsas. Pero muy poco después se incluyó dentro de la programación el desfile acuático con las candidatas al Reinado Nacional”. Lo anterior tenía dos propósitos básicos, según el historiador. El primero, era justamente mantener el vínculo de la fiesta con el agua y, lo segundo, para direccionar a los ciudadanos hacia una mirada del recurso no solo ambiental, sino estético de la ciudad.
La misma administración departamental ha reconocido en numerosas ocasiones anteriores que las aguas del río Magdalena se engalanan con el desfile acuático.
Por eso, sorprende que la Secretaría de Cultura del Huila, responsable directo de la organización de las festividades, no haya tenido la suficiente madurez para evaluar el impacto de la no realización del desfile y socializar su decisión con los canoeros, los primeros afectados.
Con la realización de un festival del río, la administración departamental ha buscado corregir el yerro. Sin embargo, debe haberle quedado claro que las actividades representativas del San Pedro no pueden ser ‘tumbadas’ de un plumazo o porque a algún funcionario cómodamente sentado en un escritorio se le ocurrió. Es necesario ‘untarse’ más de pueblo.