Ahora es la Contraloría General de la República la que lanza alertas sobre un inminente desabastecimiento energético en el territorio colombiano. Las advertencias no son de poca monta.
Según el organismo de control, hay riesgo a una baja significativa en los ingresos de la Nación, principalmente en las regalías, derivada de la reducción de la producción de hidrocarburos y por ende de su exportación, evidenciada a través de los indicadores de exploración e incorporación de reservas, lo cual pone de presente el anquilosamiento en el sector de hidrocarburos en Colombia.
También hay riesgo a tener que destinar recursos públicos para atender subsidios en lo que corresponde a servicios públicos, ya que el valor que pagarían los usuarios por acceder a gas y otros combustibles, si se afecta la producción dentro del país y no se cuenta con el abastecimiento suficiente para atender a importar dichos combustibles, encareciendo el precio.
Para la Contraloría, hay riesgo a que, como consecuencia de la no celebración y continuación de contratos de exploración y explotación en materia de hidrocarburos y carbón, se disminuya la inversión extranjera directa en el país. También hay riesgo a que se incrementen los niveles de subsidio a los combustibles, producto de la posible alza en sus precios al ser importados, aumentando con ello el déficit existente en el Fondo de Estabilización de Precios de Combustibles.
En medio de estas advertencias, la Contraloría ha revelado un dato clave: la exploración, explotación y producción de hidrocarburos, entre ellos el gas, genera ingresos por regalías de $9 billones anuales e impuestos para soportar las inversiones sociales.
Es incomprensible que a las preocupaciones que hoy enfrentan los colombianos –extorsiones, secuestros, atracos, falta de oportunidades laborales, alto costo de la gasolina, entre otros–, se sume un tema que hasta hace un par de años no generaba ningún tipo de inquietud: la seguridad energética.
Tantos sectores lanzando advertencias sobre un mismo tema no es una buena señal. Un posible desabastecimiento de combustibles para 2025 y 2026 es una preocupación que el Gobierno de Gustavo Petro debe convertir en un reto para conjurarlo de inmediato. Este es el momento para no profundizar en los errores y corregir la marcha.