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La Teoría del apego, Por Julian Vanegas-Lopez*

Como psicólogos constantemente somos consultados por docentes, madres y padres de familia, sobre la forma “correcta” Como psicólogos constantemente somos consultados por docentes,  madres y padres de familia, sobre la forma “correcta” de educar a los hijos. Infortunadamente estas expectativas usualmente están relacionadas con el anhelo de tener hijos que en un futuro sean exitosos, y esto está referido a que sean profesionales, tengan una buena   condición socio económica y aceptación social, conforme a las exigencias del mundo moderno. La respuesta que podemos ofrecer se centra en promover una educación que le apueste a propiciar en los niños y niñas condiciones de subjetividad relacionadas con la responsabilidad individual y social, la promoción de una ética cívica,  búsqueda de placer responsable; es importante considerar que esta perspectiva de desarrollo subjetivo no debe apuntarse sólo para el futuro sino también para el presente de los niños y las niñas. La pregunta siguiente tiene que ver con la forma como esto debe hacerse. Pues la respuesta no corresponde con una “fórmula mágica”, y debe pensarse en el contexto singular de cada niño o niña. Sin embargo el psicólogo Jhon Bowlby señala en su teoría sobre el  apego seguro un importante indicador  de desarrollo en los niños y niñas. Plantea que el apego es el vínculo emocional que desarrolla el niño con sus cuidadores o figuras de apego y que le proporciona la seguridad emocional indispensable para un buen desarrollo de la personalidad. La tesis fundamental de la Teoría del Apego es que el estado de seguridad, ansiedad o temor de un niño es determinado en gran medida por la accesibilidad y capacidad de respuesta de su principal figura de afecto (persona con que se establece el vínculo). El apego proporciona la seguridad emocional del niño: ser aceptado y protegido incondicionalmente. Para Bowlby: “Un niño que sabe que su figura de apego es accesible y sensible a sus demandas le da un fuerte y penetrante sentimiento de seguridad, y la alimenta a valorar y continuar la relación”. Este modelo de relaciones será replicado en sus vínculos afectivos con las demás personas. La coherencia y la consistencia con las respuestas al niño resultan determinantes para su formación personal, estos mismos criterios también aplican para el manejo de la autoridad, ser desproporcionado e inconsistente con los correctivos hace creer al niño que el cumplimiento de las normas depende del estado de ánimo de los padres, lo cual impone al niño una incertidumbre que no da la posibilidad de interiorizar criterios normativos propios frente a la vida, de tal manera  que interrumpe la construcción de un criterio moral autónomo, y lo remite a una actitud heterónoma, es decir, que depende del criterio de los demás, lo cual resulta problemático en la medida que será fácilmente influenciable por sus pares. *Psicólogo. Docente Usco