El colapso del sistema de salud de Colombia tiene las más graves consecuencias sobre la población más necesitada. El colapso del sistema de salud de Colombia tiene las más graves consecuencias sobre la población más necesitada. Un modelo de salud que se diseñó justamente para universalizar el acceso al médico, a las medicinas y a los hospitales, se ha convertido en un doloroso cuadro de inequidades, injusticias, discriminaciones, corrupción y desbarajuste institucional, en el que sólo quienes tienen la posibilidad económica de acceder a planes prepagados pueden respirar tranquilos. Son innumerables, diarios y aberrantes los casos de pacientes, incluyendo bebés y ancianos, que mueren o deben padecer grandes dolores simple y llanamente porque el engorroso trámite, la disputa entre EPS e IPS tanto públicas como privadas, la falta de una autorización o el simple y puro capricho del respectivo funcionario no permite darle traslado a la urgencia. Los padres de niños que salen de una crisis pero deben recibir atención inmediata del especialista se encuentran con la increíble sorpresa de que la cita les ha sido asignada para dos y tres meses después, pese a que el médico tratante inicial ha ordenado que debe ser revisado de urgencia. Y por vía del facilismo, el Ibuprofeno y el acetaminofén, a juzgar por el uso que se le da en el sistema de salud colombiano, son medicamentos que se han convertido realmente en milagrosos. Todo pareciera indicar que sirven para tratar todo tipo de enfermedades; no importa de qué sufra el paciente, no importa que le duela, o qué le falte, el ibuprofeno y el acetaminofén son la solución que nuestro sistema de salud cree tener a todas nuestras dolencias. Sin ahondar en las probables soluciones a un problema que ya es epidemia social, sin pensar en los macro estudios que indiquen cuál es la mejor salida a la crisis sanitaria del país, lo que el ciudadano espera, por lo menos, es que quienes están al frente del sistema de salud, desde el vigilante de la clínica hasta el más reputado médico, gerente y presidente de la EPS asuman su tarea como seres humanos y consideren que cada caso, desde el bebé hasta el anciano, merecen atención de acuerdo con la complejidad y gravedad del asunto, dejando en un segundo plano la odiosa tramitomanía que tortura aún más al paciente y a su familia. ¿La ley antitrámites se la pasan por la faja? Los recientes casos de una bebé que falleció al parecer por negligencia médica en el barrio Granjas de Neiva, o la pequeña María José Castañeda, de apenas año y medio que está a la espera de un cupo en un centro especializado en Bogotá, lastimosamente sólo engrosan la larga lista de “paseos de la muerte”, indolencia, falta de atención oportuna, celadores que hacen de médicos, funcionarios administrativos que dilatan una urgencia de los que está lleno el país. Pero si sólo hubiese una dosis de humanidad en cada caso… DESTACADO “Un modelo de salud que se diseñó justamente para universalizar el acceso al médico, a las medicinas y a los hospitales, se ha convertido en un doloroso cuadro de inequidades, injusticias, discriminaciones, corrupción y desbarajuste institucional”. Editorialito Muy bien los controles que adelantan las autoridades municipales para enfrenta los problemas de usos del suelo en el ‘Camellón de la 14’. Lo importante es que se mantengan en el tiempo y cubran también la invasión de cantinas y bebederos en la carrera quinta, convertida en parqueadero de taxistas y rumberos.