La vida: El debate continúa

La vida no es un derecho, es más importante que eso. Nadie dispone el cómo nacer o dónde nacer o mucho menos si se debe nacer o no.  La vida se abre camino a pesar de las adversidades y sin embargo el debate sobre su protección o cómo ponerle fin, está más vigente que nunca.
 
En estas últimas semanas hemos presenciado dos casos diametralmente distintos, pero que versan sobre la misma cuestión.
 
Brittany Maynard, estadounidense de 29 años quien el pasado 1 de noviembre, decidió de manera consciente quitarse la vida, conmocionó al mundo por su decisión, más aún cuando aparentemente lo hiciera de manera consciente y serena siendo uno de esos casos en donde la razón, la moralidad religiosa y los sentimientos chocan estrepitosamente, y sin embargo es tipo de situaciones están ahí, con más ocurrencia de lo que uno pudiera llegar a pensar.
 
La Eutanasia es el término utilizado para definir la práctica médica de asistir la finalización controlada  de la vida de un paciente que de manera previa y consentida, ha manifestado su deseo de no seguir prolongando lo que para este, ya no puede considerarse vida sino sufrimiento y agonía como consecuencia de una enfermedad terminal.
 
Esta práctica, tímidamente reglamentada en el mundo, no solo relativiza la inviolabilidad del “derecho” a la vida sino que abre el debate sobre el significado mismo de estar en este mundo, que no está restringido únicamente al ámbito biológico de nacer, crecer y reproducirse sino a una serie de elementos que la hacen llevadera. Calidad de vida como lo llaman algunos.
 
Colombia es uno de esos pocos países en donde a un médico se le exime de responsabilidad penal cuando asiste un homicidio eutanásico o pietistico, sin embargo aún se está a la espera de su respectiva reglamentación.
 
En el otro lado del espectro, se encuentra una compatriota, Sandy Camila Abuabara, a quien tuve la oportunidad de conocer en la Universidad, y quien desde hace unos años libra una batalla sin cuartel contra un cáncer que amenaza con acabar su vida.
 
Lastimosamente, esta guerra se ha trasladado a otros ámbitos como el académico y el legal. Por ahora, esta joven ha logrado con paciencia y determinación desenredar ese nudo de adversidades que la condenaban a postrarse en su cama sin mayor ilusión; su más grande obstáculo es por ahora el Gobierno Nacional, quien de manera mezquina ha puesto talanquera tras talanquera con el fin de evitar la autorización de una compleja intervención quirúrgica en Estados Unidos que podría salvarle la vida.
 
El argumento del Gobierno se resume así: la cirugía tiene una cuestionable probabilidad de éxito, en Colombia podría realizarse una intervención de similares características y la cereza que decora el pastel: El Estado Colombiano no puede estar costeando tratamientos experimentales de alto costo porque la salud en Colombia colapsaría.
 
Argumento último que, disfrazado de un supuesto espíritu de responsabilidad y de prevalencia del interés general sobre el particular, esconde una verdad indiscutible en nuestro país.
En Colombia, cuando se trata de destinar recursos para salud y educación la plata siempre será insuficiente, muy diferente es el dinero usado en mordidas, chanchullos y prebendas, en este caso, el caudal nunca disminuye.     
 
Adenda 1: Si la paz está cerca, ¿por qué cada día hay más calles cerradas en las horas de la noche con vallas de la policía?
 
Adenda 2: Un gran ejemplo de amor por su pueblo ha dado la comunidad indígena del Norte del Cauca, quien condenó a siete guerrilleros miembros de su misma etnia, por haber asesinado a dos líderes indígenas. Las penas fueron ejemplarizantes y el proceso se surtió en tiempo record. Lástima no poder decir lo mismo de nuestros dirigentes en Bogotá.