Desde la Cámara Colombiana de la Construcción, Camacol, a través de su presidente Guillermo Herrera, se ha venido lanzando alertas sobre el deterioro del sector de la construcción, uno de los motores de la economía colombiana. Las preocupaciones de este gremio son soportadas por las cifras: en octubre pasado, por ejemplo, las ventas de vivienda de interés social, VIS, cayeron casi el 50%.
El propio Camacol está recordando que, sin contar la época de la crisis del coronavirus, el Producto Interno Bruto del país registró, en el tercer trimestre de 2023, la primera contracción desde la crisis de finales de los años 90, al disminuir 0,3% frente al mismo periodo de 2022, con un sector de las edificaciones que se contrae (-5%) por la dinámica de la producción residencial, que cayó 7,7 %.
Los colombianos deben saber que si la industria edificadora se contrae trae una repercusión inmediata en la generación de empleo y los ingresos de los hogares. De hecho, Neiva ha sentido el impacto del declive del sector de la construcción.
Los expertos consideran que el deterioro de la actividad edificadora es una de las razones por las cuales la capital del Huila sigue registrando altos niveles de desempleo –Durante el trimestre móvil agosto-octubre del presente año, la tasa de desempleo de la ciudad se ubicó en 12,2%, repuntó 0,6 puntos porcentuales (p.p.) frente al mismo dato del año anterior (11,6%)–.
La dirigencia huilense –en cabeza del próximo alcalde de Neiva German Casagua y el gobernador Rodrigo Villalba Mosquera—tiene el gran reto para 2024 no solo de liderar una estrategia de reactivación de la economía de la región sino de exigirle al gobierno de Gustavo Petro que adopte un plan de choque que estimule la inversión en vivienda y obras civiles.
El clamor de los constructores pidiendo “revisar los niveles y las condiciones de asignación de los subsidios de vivienda y coberturas, y agilizar los trámites para su asignación y desembolso”, debe ser escuchado.