El veterano periodista Juan Gossaín escribió estos apuntes para LA NACIÓN hace ya una década. Cada letra, cada frase, cada oración, tiene un significado muy especial hoy cuando este periódico alcanza los 30 años de fundación.
Van a tener que perdonarme ustedes el juego de palabras basado en la novela inmortal del gran José Eustasio Rivera, que es hombre de estas tierras huilenses por donde iban al galope los potros que derrotaban al retrasado viento de sus poemas.
Pero es que a lo largo de su vida, LA NACIÓN ha visto pasar por sus páginas una verdadera vorágine, un torbellino, un remolino de viento, agua y tierra que es este mundo agitado de nuestra época. Ni hablemos de lo que ha sido Colombia en este mismo período, todavía tratando de salir adelante, de superar el pasado, de derrotar ese horrendo fantasma de la violencia, que nos ha costado tantas lágrimas, tantas vidas, tantas frustraciones y tanto dolor.
Esa misma vorágine, social y política, económica y humana, tiene que convertirse en el fogón de donde surja nuestro verdadero futuro. De la angustia tiene que brotar la esperanza. Alguna vez oí, por los lados de Pitalito y Gigante, que los campesinos dicen que nunca es más oscura la noche que cuando está a punto de amanecer.
Siguiendo con el juego de palabras alrededor del insuperable José Eustasio, me alegra el corazón saber que la distinción que entrega este periódico a colombianos sobresalientes y a gente que es un ejemplo, y que lleva, precisamente, el nombre de La Vorágine, le fue otorgada a un huilense integral, hombre de trabajo, visionario y emprendedor, el capitán Alfonso Salas Trujillo, nacido en Neiva y afincado en Cartagena.
Conozco al capitán desde hace muchos años, cuando andaba azotando suela por las calles hirvientes de la vieja ciudad, entre murallas y castillos, buscando convencer a los empresarios para que invirtieran en una idea que se le había ocurrido: un puerto privado a la orilla del mar, con las ruinas que dejaba el desastre de Puertos de Colombia.
La verdad verdadera, como dicen los cartageneros, es que al verlo venir, con su maletín de papeles, la gente se escondía en los baños de su casa, huyéndole a semejante embeleco, que parecía cosa de locos. Lo mismo que ha pasado siempre con todos los grandes innovadores de la historia humana. Hoy, ese puerto gana año tras año el primer premio al primero del Caribe.
Tozudez, obstinación y persistencia
Así son los huilenses genuinos cuando se les mete una idea a la cabeza: tienen la tozudez de los visionarios, la obstinación del revolucionario, la persistencia de un transformador. Por eso, La Gaitana hizo lo que hizo con los conquistadores españoles. Por eso, impusieron la navegación del río Magdalena, en aquellos tiempos de pioneros, hasta sus propias barrancas. Por eso, a fuerza de insistir, encontraron petróleo en Aipe.
Vuelvo a la vorágine. Que no haya más turbulencias. Solo deseo que cada cumpleaños de LA NACIÓN sea un motivo para celebrar y para sonreír. Dios lo quiera. Que Colombia sea, otra vez, tierra de paz y de trabajo. Y de amor. Que volvamos a oír cómo crece la hierba sin que se riegue la sangre. Que la única vorágine que nos quede sea ese insuperable relato en que Rivera nos enseñó las profundidades del alma humana.